CRISTIANISMO Y JUDAÍSMO EN LA EDAD MEDIA

Por: Álvaro López Asensio

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Estrella de David del muro de la Seo (Zaragoza)


1.- Judíos y cristianos: diferentes formas de ser y pensar

Como punto de partida, hay que decir que la cultura forma parte del ser judío. Los judíos aragoneses tenían escolarización y enseñanza elemental obligatoria desde niños, por lo que todos ellos –hombres y mujeres- sabían leer y escribir, además de las disciplinas básicas del saber, como aritmética, geometría, gramática hebrea, moral religiosa, historia sagrada, etc.

En la comunidad cristiana, por el contrario, había un alto índice de analfabetismo, ya que la escuela y la cultura sólo estaban reservadas a la nobleza, a una minoría burguesa, al clero y para aquellos que se preparaban para la vida religiosa. Lo habitual era que los niños, desde su más tierna infancia, ayudaran en las labores domésticas, agrícolas o artesanales para contribuir al patrimonio económico familiar.

Los cristianos tenían envidia de los judíos porque todos eran cultos y amantes del saber. Esta formación les hizo ser personas aventajadas intelectualmente, refinados en sus formas, educados en el trato, emprendedores en todas las actividades laborales y ávidos en los negocios; algo que los cristianos no eran capaces de alcanzar por su limitada cultura.

Como luego veremos, su educación no terminaba en la escuela primaria, sino que continuaba en los ciclos de formación permanente programados desde las academias rabínicas, llamadas madrassas. En ellas profundizaba en el estudio de la Toráh, el Talmud, y las prescripciones bíblico-rabínicas, así como todas las enseñanzas teológico-filosóficas judías que se impartían en el resto de Estados hispanos asXV, ya que ellos estuv(Al-Ándalus, Corona de Castilla, Corona de Aragón y Navarra) y europeos. Estas enseñanzas tenían como objetivo último crecer espiritual e intelectualmente.

Mientras que los rabinos judíos tenían amplios conocimientos bíblico-teológicos; el clero rural sólo tenía una formación básica en teología y liturgia, lo suficiente para ejercer su ministerio sacerdotal. Los sermones consistían, por regla general, en traducir las lecturas bíblicas que se leían en latín.

2.- Influencia del pensamiento semita en el cristianismo              

La larga permanencia del Islam en la Península Ibérica y la diseminación de las comunidades judías por toda Europa durante la Edad Media -por la política de expulsiones que realizaron algunos monarcas- motivó que las obras científicas y filosóficas escritas por ellos (interpretando la filosofía greco-romana y Oriental) se transmitieran al Occidente cristiano gracias a las escuelas de traductores de Toledo, Tarazona (Zaragoza), Pamplona, etc.

A esta filosofía cristiana medieval se la designa con el nombre de Escolástica. Etimológicamente hablando, escolástica significa “la cultura de las escuelas”, por lo que su escenario será el ámbito docente. Hasta el siglo XII las hubo de tres clases: monacales (junto a los monasterios benedictinos), catedralicias (en la iglesia principal de cada diócesis) y palatinas (en los palacios de los reyes y del Papa, a imitación de Carlomagno, quien fundó la primera en París). Desde el siglo XIII al XV existieron, además, las universidades y las escuelas conventuales, fundadas estas bajo el amparo de las nuevas Órdenes religiosas medievales.

La influencia que árabes (a través de Averroes) y judíos (a través de Maimónides) aportan a la escolástica cristiana se puede resumir en los siguientes puntos:

1. El discernimiento de Aristóteles. La filosofía escolástica asume el racionalismo aristotélico transmitido por el pensamiento semita y lo hace propio. La razón al final gana su autonomía e integra la sabiduría al servicio de la fe. No olvidemos que en el seno del Islam y en la ortodoxia judaica hispana, la intransigencia contra la filosofía racionalista fue más fuerte, siendo rechazada por la mayoría de sus rabinos e imanes.

2.  El mono-psiquismo o entendimiento agente. La tesis fundamental del monopsiquismo es la negación de la inmortalidad del alma individual. Lo que sostiene es la existencia de un intelecto cósmico (que no es Dios) de carácter universal y común a todos los seres humanos; una sustancia intelectual con la que los seres humanos entran en contacto cuando conocen algo; un conjunto de principios y de contenidos intelectuales que rebasan el ámbito individual y que existen por sí mismos. El problema para el cristianismo es que anula la responsabilidad individual más allá de esta vida, puesto que no hay nada individual que subsista.

3. La existencia de una doble verdad. Esta teoría defiende simultáneamente como verdaderas ciertas proposiciones incompatibles, de manera que unas serían verdaderas según la fe y otras, sus contrarias, según la razón. Aunque esta teoría se ha atribuido siempre a los averroístas latinos o filósofos aristotélicos, sin embargo, Averroes nunca defendió estas premisas de la doble verdad, pues pensaba que la razón alcanza un conocimiento necesario. En caso de desacuerdo él se atiene a la fe.

4.  La necesidad del mundo. La afirmación de que el mundo es creado, como sostiene el cristianismo, difícilmente lo sostiene la filosofía aristotélica, que niega que tenga un comienzo en el tiempo. La creación de algo a partir de la nada (concepción cristiana y judía) no coincide con ninguna de las formas de cambio enumeradas por Aristóteles, pues el cambio implica la existencia de algo que es el sujeto de cambio. En este sentido, la creación no puede ser considerada un tipo de ese cambio.

5. La esencia y existencia. La escolástica diferencia claramente los entes “posibles” o contingentes (que deben su existencia a una causa extrínseca), del Ser necesario (existe por sí o por esencia). Las cosas finitas reclaman como explicación última la existencia de un Ser necesario: Dios; en quien la esencia (la materia) y la existencia (lo anímico) se identifican.

6. El objetivo de alcanzar la felicidad. Esta se consigue gracias a la unión con ese entendimiento que alberga los conocimientos y es la fuente de la verdad, lo que supone valorar la racionalidad humana. Esta forma de pensar conduce a la formulación de una ética naturalista que puede abrir la puerta a la posibilidad de prescindir de Dios, lo cual preocupó bastante a las autoridades religiosas del momento.

En la Baja Edad Media, la cultura teológica y la formación humanística preponderaron sobre la cultura científica. La filosofía no fue incluida inicialmente en el cuadro de las enseñanzas medievales. El contenido de la enseñanza en las escuelas y universidades medievales está integrado por las artes liberales y la teología. La escolástica organizó las enseñanzas en tres grados: a) aprender a leer, escribir y las operaciones elementales de la aritmética. b) Estudio de las siete artes liberales, propias de los libres según el trivium (gramática, retórica y dialéctica) y el quadrivium (aritmética, geometría, astronomía y música). c) Estudio profundo de la Sagrada Escritura.

Pero el cultivo creciente de la dialéctica y el ahondamiento en el estudio de la teología condujo, a los pensadores más notables, a plantear ciertos problemas y silogismos filosóficos. La dialéctica  es un método de razonamiento, de cuestionamiento y de interpretación, que ha recibido distintos significados a lo largo de la historia de la filosofía. Se puede afirmar que la filosofía medieval se originó, en buena parte, por la especulación y el cultivo de la dialéctica. Este origen explica la vinculación que tiene la filosofía escolástica a la teología.

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