LA FILOSOFÍA JUDÍA EN LA BAJA EDAD MEDIA

 Por: Álvaro López Asensio

Página web: www.alopezasen.com

Detalle de la Hagadá de Barcelona (Siglo XIV)


1.- El racionalismo         

Los judíos racionalistas de los reinos cristianos defienden las mismas tesis que sostienen sus homónimos  de Al-Ándalus. Tanto unos como otros intentan reconciliar las cosas de la fe con la razón. El padre del judaísmo racionalista es Maimónides que, inspirado en el averroísmo islámico, intenta dar una solución a este problema. Él llega a la conclusión de que la fe y la razón están conectadas, lo que posibilita el diálogo (y no el divorcio) entre lo religioso y lo racional.

Pero la filosofía racionalista no tuvo buena acogida entre los rabinos Peninsulares (Al-Ándalus y reinos cristianos). La gran mayoría es partidaria de apoyar la fe en la revelación (la Alianza y mandamientos dados por Dios a Moisés) y la tradición (fideísmo), antes que reducir a Yahvé en favor de la razón. La tradición ha dado respuesta al creyente judío desde los tiempos bíblicos, de ahí que piensen que el racionalismo sea un peligro que amenaza el pilar fundamental del judaísmo: la fe transmitida durante generaciones.

La definición de la mística judía nunca tendrá un interés manifiesto para las tesis racionalistas, siendo un instrumento más para rebatirlas y rechazarlas que para admitirlas y practicarlas.

2.- La tradición mística judía: la Cábala            

La mística judía, propiamente dicha, nace en la Sefarad cristiana del siglo XII como rechazo a la filosofía racionalista proclamada por Maimónides y sus discípulos. Partiendo de la mística islámica, los judíos dan paso así a un movimiento pseudo-filosófico, literario y social que tiene unas peculiaridades muy concretas: Yahvé no puede ser encerrado en palabras y pensamientos, ya que está siempre más allá de todo lo que podemos comprender o expresar.

La unión mística con Dios no consiste en conocerle mediante el pensamiento, sino experimentarle por la fe y el amor; de ahí que la mística judía tenga un fuerte componente de trascendencia, contemplación y experiencia de Yahvé. La principal corriente mística hebrea se denomina kabbaláh (tradición, recibir), cuya doctrina propone desentrañar misterios y sentidos recónditos en el Sagrado Texto.

La cábala se divide en especulativa y práctica: la primera busca sentidos arcanosos bien referentes a la Tanak o Sagrada Escritura, bien a misterios de la naturaleza y de la creación. La segunda, por el contrario, es la que, invocando o escribiendo el tetragramático nombre de Yahvéh (YHVH) o ciertas palabras de la Tanak escritas en tablillas colgadas del cuello de un enfermo o hechizado, se propone obtener la milagrosa curación de una enfermedad, expulsión del demonio o mal de ojo. La sociedad judía medieval era un tanto supersticiosa.

·         La Cábala alcanza su máximo esplendor durante el siglo XIII en los reinos cristianos hispanos, especialmente en la Corana de Aragón. Las ciudades de Zaragoza, Barcelona y Gerona son los principales centros de estudio y aprendizaje del misticismo rabínico. El judío zaragozano, Abraham Abulafiah[1], será el máximo represente de la denominada Cábala profética.

·         En 1280 el rabino castellano Mosse Leon[2] escribe el Zohar[3] (esplendor), obra cumbre de la mística teórica que irá dirigida principalmente al conocimiento divino y a la unión mística con la divinidad. Él toma como procedimiento –no las combinaciones de las letras del alfabeto hebreo y los números, como así hacen los judíos askenasíes europeos- sino el estudio y exégesis de los libros que forman el corpus de la Toráh. La mística judía abarca mucho más que la Cábala.

·         A partir de entonces y durante el siglo XIV, todos los místicos judíos seguirán el criterio unánime de interpretar la Toráh en clave mística. Los místicos llegarán a la conclusión de que, así como los pensamientos de Yahvé tienen una profundidad infinita, así también hay muchas formas de interpretar la Toráh para abarcar toda su significación.

·         Durante el siglo XV, el movimiento cabalístico sigue vivo como reacción y rechazo a la filosofía racionalista, que se concibe como ajena a la cultura judía, y de la que se piensa que no reporta ningún beneficio espiritual. La aceptación o rechazo de la filosofía racionalista de tinte aristotélico –que incluye la filosofía y las ciencias profanas- dividirá al judaísmo hispano durante toda la Edad Media: por un lado los filo-racionalistas por un lado (una minoría) y, por otro, los tradicionalistas, espiritualistas y anti-racionalistas (la gran mayoría, como luego veremos. El sector tradicionalista más conservador ve en ella la causa de la judeofobia que viven los judíos de toda la Península, así como el fenómeno de conversiones que se suceden en lugar de permanecer fieles a la tradición de sus mayores.

·         Uno de los cabalistas más importantes de la primera mitad del XV es el judío Sem Tob ben Yosef Iben Sem Tob (1380-1441). En su obra Sefer ha-émunot trata de demostrar que la filosofía judía es totalmente perniciosa. Frente a ese peligro no hay otra alternativa que desechar el alegorismo y volver  al texto literal de la Cábala.

·         Los judíos expulsados de Castilla y Aragón en 1492, conciben la salida como la separación del hombre con Yahvé. En el exilio, los cabalitas llegan a la conclusión de que la acción mística irá encaminada a terminar con el pesimismo vital de ese exilio mediante la unión con Yahvé. Esas ideas se desarrollaron esencialmente en la escuela cabalística de Safet (ciudad al norte de Israel, en la región de Galilea) por los castellanos: Moisés Cordonero[4] e Isaac Luria[5].

·         Los fundamentos de la mística cristiana del siglo XVI -personalizada en figuras como Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, entre otros- hunden sus raíces en la mística judía, transmitida por los judeo-conversos a la espiritualidad cristiana (Santa Teresa de Jesús provenía de familia judeo-conversa). La característica más acusada de la mística española es su carácter ecléctico, es decir, una recapitulación de las mejores doctrinas y aspectos espirituales que los místicos experimentan en su relación con Dios. Un segundo rasgo es que en su literatura predomina lo ascético sobre lo místico. 

En su desarrollo histórico, la qabbaláh o misticismo judío se desarrolló según dos tendencias: una práctica y otra teórica. La primera es característica de las comunidades Asquenazís centroeuropeas; mientras que la segunda se circunscribe a la Provenza francesa y la Península Ibérica.

La qabbaláh práctica o Asquenazí, el interés doctrinal se centra en el misterio de la unidad divina, de ahí el nombre dado a esa literatura: yihd (literatura de la unidad). Según esta teoria, la esencia divina es inalcanzable para el hombre, pudiendo sólo percibir de ella el Kabod o gloria y resplandor de Yahvé. El Kabod concibe a la vida en su máxima simplicidad y piedad (en hebreo, hasidiut), de ahí que el camino para alcanzarlo sea la devoción, la humildad, la contemplación, la santidad y el rechazo a las pasiones de este mundo. Esta posición no debe entenderse como ausencia del mundo, sino un compromiso de amor y servicio a los hombres.

3.- El antirracionalismo

·         En el siglo XIII, tras la muerte de Maimónides, surge el movimiento antiracionalista, espiritualista o fideísta. Este círculo defiende la autonomía de la fe frente a la razón, tesis que sustentarán también la mayoría de los rabinos e intelectuales judíos hispanos de los siglos XIV y XV

·         Esta corriente filosófica admite que, aunque el saber científico –a través de sus disciplinas- puede explicar la verdadera personalidad del hombre, los animales y la propia naturaleza, sin embargo, nunca llegará al conocimiento de Dios ya que trasciende a todo lo creado. La razón nunca puede llegar a él, de ahí que se proponga el camino de la tradición bíblica, rabínica y mística para su conocimiento.

·         Debido seguramente a las dificultades que sufren los judíos hispanos, predomina claramente el rechazo a la filosofía racionalista que se ve siempre como fruto de una cultura ajena y de la que se piensa que no ha reportado beneficio alguno. Los más ortodoxos ven en ella la causa del castigo que ha recibido el judaísmo español: la conversión al cristianismo de muchos judíos. También piensan que la perfección humana no se alcanza por un camino estrictamente intelectual, sino cumpliendo los mandamientos y estudiando la Ley.

·         El fideísmo, en lugar de reducir la fe a la razón, la despoja de toda connotación y fundamento racional. Fe y razón son dos ámbitos totalmente opuestos. El mensaje de los fideístas es claro: el judaísmo no tiene que temer nada de los postulados de la razón, puesto que la fe no tiene ningún fundamento racional, ya que la fe queda reducida al ámbito de lo sentimental o lo irracional. Así, la persona creyente se rompe en dos partes irreconciliables: un corazón-sentimiento que tiene “fe” y una cabeza-pensamiento que es “atea”.



[1] Abraham Abufalia, nacido en Zaragoza en el año 1240, se proponía como el verdadero objetivo humano: ”la desacralización del alma, el deshacimiento de los nudos que la tienen ligada”. La desvinculación de aquellas atadoras, que dispersan al alma en la multiplicidad y la segregan de la corriente de la vida cósmica, significa una vuelta a la unidad original, donde se posibilita el conocimiento de Dios y la unión con el ser divino. Las ligaduras que sujetan al alma es la múltiple dispersión de lo sensitivo. De ahí que, según Abufalia, haya que buscar un objeto de mediación que estimule la vida profunda del alma y la libere del mundo sensorial. Ese objeto lo constituía el alfabeto hebreo, lo suficientemente abstracto como para no distraer la atención del que medita y adecuadamente vivo y significativo como para llevar al contemplativo al entusiasmo del éxtasis. Abufalia “basándose en la naturaleza abstracta y no corpórea de la escritura, desarrolló una teoría de la contemplación mística de las letras y de sus formas, como constitutivos del nombre divino” (Scholem).

[2] Mosse Leon (1240 ?–1290)  Este cabalista residió en Guadalajara. Es autor, entre otras obras, del Zohar (esplendor), el texto más importante del movimiento cabalístico, que sus partidarios veneran como libro sagrado de sus doctrinas. Según la crítica, su autor, Mosse Leon, quiso atribuirla a un rabino palestino del siglo II con el fin de dar mayor autoridad a la doctrina expuesta en él. Según el Zohar, Yahvé es totalmente incognoscible, pero como debe revelarse al mundo y el hombre, lo hace por medio de diez sefirot o mandamientos, que manifiestan su sustancia.

[3] El Zohar es, bajo el aspecto formal, un comentario al Pentateuco, redactado en arameo y hebreo. En realidad constituye un conjunto de tratados sobre temas fundamentales, como naturaleza de Dios, naturaleza y destino del hombre, esencia del bien y del mal, manifestación de Dios, importancia de la Toráh, Mesías, redención, etc. La profundidad y el lirismo a veces de sus disquisiciones ha hecho del Zohar un libro extraordinariamente popular en las masas judías que rompió, de modo definitivo, las resistencias y las reticencias de ciertos círculos ante las doctrinas cabalísticas.

[4] Mosse Cordonero (1522-76), autor de “Pardes Rimmonim” (El jardín de los granados) profundizó en el aspecto de los sefirot como vasos que contienen el infinito. Cordevero salvaba el panteísmo con su fórmula: “Dios es la realidad total, pero no toda la realidad es Dios”.

[5] Isaac Luria (1514-1572), llamado Ha-Ari (el león). Su doctrina cabalista fue recogida por su discípulo Hayyim Vidal (1543-1620) en su obra  Es Hayyim” (árbol de la vida). El punto principal de su enseñanza radicaba en el Zimzum (contracción). El infinito se había contraído voluntariamente para dejar un espacio libre a lo finito.

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