POSIBLE CRONOLOGÍA DE LA PASIÓN

Por: Álvaro López Asensio

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1.- EL DOMINGO DE RAMOS

Jesús entró triunfante el domingo de Ramos por la Puerta Dorada al Templo, para cumplir las escrituras que dicen que el Mesías entraría triunfante a Jerusalén y vendría por el Este pasando por el Huerto de los Olivos. En efecto, Jesús salió de Betfagé (lo más alto del monte de los Olivos, llamado “Viri Galilei”) para bajar hacia el huerto de los Olivos (en el torrente Cedrón) y subir al Templo por dicha puerta Dorada.

Dentro del Templo originó un espectáculo dantesco al enfrentarse al poder establecido y al poder económico “habéis convertido mi casa en una cueva de ladrones” (Lc 19, 46). Desde entonces, las autoridades del Sanedrín lo buscaban para aclarar el altercado, pero él sintiéndose acosado se marcha a Efraím, concretamente a Betania (que dista 2 Km. De Jerusalén), para ocultarse.

2.- EL JUEVES SANTO

El jueves de esa semana, Jesús manda, desde Betania, a Pedro y a Juan a Jerusalén para preparar la cena de Pascua judía o Pesaj con sus discípulos, diciéndoles: “saldrá a vuestro encuentro un hombre con un cántaro de agua, preguntadle ¿es aquí donde el Señor va a celebrar la Pascua?” (Mc 14, 13-14).

Este hombre sería un seguidor de Jesús que, junto con estos dos apóstoles, prepararon la sala para celebrar la pascual y despedirse de ellos. Todos los estudiosos aceptan que se celebró al atardecer del 14 del mes judío de Nisán (7 de abril), es decir, sobre las 19 horas.

Calculando el tiempo de esta celebración, que suele durar unas 2 horas, Jesús salió con dirección a Getsemaní (el huerto de los Olivos), hacia las 21 horas, llegando allí sobre las 21’30 horas. Aunque estaba cerca el cenáculo (lugar de la cena pascual o última cena), sin embargo, conviene tener en cuenta que estaba recién cenado y era de noche, por lo que llegaría al huerto en media hora, un poco más tarde de lo habitual si se va de día.

¿Cuánto tiempo estuvo en Getsemaní?, no se sabe. ¿A qué hora fue el prendimiento por Judas y los soldados?, no se sabe. Lo cierto es que más de una hora, porque Jesús dijo a los discípulos cuando se quedaron dormidos: “ni siguiera una hora habéis sido capaces de velar por mi?” (Mt 26, 40).

3.- VIERNES SANTO

¿Por qué condenan a Jesús? Contra Jesús se presentan dos tipos de acusaciones en dos lugares distintos y por tres autoridades diferentes. Uno de tipo religioso y otro de tipo socio-político (Mt 26, 57 ss.; 14, 53.65; Lc 22 y Jn 18).

3.1.- Primer proceso religioso: ante el Sanedrín

Desde el momento en que detuvieron a Jesús en el huerto de los olivos, hasta la mañana del viernes (noche del jueves y madrugada del viernes) se llevó a cabo el proceso religioso ante el sanedrín, compuesto por 72 personas: ancianos respetados, antiguos Sumos Sacerdotes y notables de la ciudad, los maestros de la Ley. El tribunal estuvo presidido por Anás (Sumo Sacerdote saliente en el cargo) y Caifás (Sumo Sacerdote entrante). La casa de esta institución religiosa se localiza, según la tradición, encima de la piscina de Siloé, en el monte Sión Cristiano de Jerusalén, en la actual basílica de San Pedro “Galli Cantu”.

Durante estos interrogatorios se sitúa la escena del canto del gallo y la triple negación de Pedro en el patio del palacio del Sumo Sacerdote. Sería las 4’30 de la madrugada, un poco antes del amanecer, tiempo en que solían cantar los gallos.

En este proceso religioso se le acusa de lo siguiente:

A.- Blasfemo (Mt 26, 65) porque llamó a Dios “ABBA” (padre), algo impensable en la tradición judía porque estar prohibido pronunciar el nombre de Dios.

B.- Por la idea de mesías que tiene sobre sí mismo (Mt 26, 65). Él dice: “Yo soy el camino…, el hijo del hombre…”. También entra triunfante como mesías el domingo de ramos en el Templo de Jerusalén. La gente llevaba palmas y ramas de olivos que son signos mesiánicos del triunfo, victoria e inmortalidad, por eso a los musulmanes los entierran con palmas que luego dejan en las tumbas.

C.- Porque atenta contra la santidad del Templo que quiere destruirlo. “¿Con qué autoridad dices esto?” (Mt 21, 23). Jesús cuando hacía referencia a destruir el Templo y reconstruirlo en tres días, no se refería al edificio, sino a su cuerpo, es decir, a su muerte y resurrección como nuevo Templo de adoración permanente.

D.- Por atentar contra el sábado y su institución (Mt 12, 5 y Lc 12, 10). El Shabat, antes del destierro de los judío de Jerusalén a Babilonia (587 a.C.), era una fiesta de alegría por interpretarse como descanso por la creación; teniendo un efecto sociológico sobre el Pueblo de ayuda al menesteroso. Después del destierro (538 a.C.), se vive con tristeza, ya que es un día para el estudio, descanso total bajo la observancia de numerosos preceptos y leyes legales.

Según la Ley romana de entonces, los judíos no eran ciudadanos romanos, por lo que sus tribunales civiles y religiosos podían juzgar pero no ejecutar la pena de muerte. Por ello, implicaron a las autoridades romanas enviando a Jesús ante Poncio Pilato, entonces procurador de Roma en la provincia de Antioquía y que, por ser la fiesta de la Pascua hebrea, estaba esos días en Jerusalén. Su residencia oficial se encontraba en la ciudad de Cesarea del Mar (Israel). El  evangelista Marcos nos dice que al amanecer (5’30 horas) lo llevaron ante las autoridades romanas (Mc 15, 1). Los métodos empleados para la ejecución eran por espada, decapitación, lapidación y la más humillante y dolorosa: la crucifixión.

3.2.- Segundo proceso socio-político: ante Pilato

En el Pretorio, situado en la Torre Antonia (extremo Noroeste del Templo), dio comienzo el proceso socio-político. Tras el interrogatorio de rigor, Pilato no encontró culpa alguna, ya que las acusaciones de tipo religioso (como las de erigirse rey) no atentaban contra Roma, ya que se entendía que era una realeza religiosa que no atacaba al César. Jesús estuvo en el Pretorio entre las 5’30 y las 8 de la mañana, donde fue conducido ante Herodes Antipas, reyezuelo judío en Palestina al servicio de Roma.

3.3.- Tercer proceso político-religioso: ante Herodes Antipas

Herodes Antipas residía también en el pretorio, por lo que fue trasladado con suma rapidez. Intimidado por las presiones y recomendaciones del sanedrín, le condena con las siguientes acusaciones:

A.- Atenta contra el Estado porque se erige Rey, no habiendo más Rey que el César (Jn 18, 34 ss.).

B.- Por sedición o peligro popular, está agitando a la masa.

C.- Por negarse a pagar tributo a Roma “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” (Mt 22, 21).

Como no puede ejecutar sentencia, ordena que lo lleven otra vez ante Pilato para que tome la decisión final y disponga el castigo que merece por las acusaciones recibidas.

3.4.- Cuarto proceso socio-político: ante Pilato

Ante Pilato hay que situar un nuevo interrogatorio, el episodio de la flagelación y coronación de espinas, así como la absolución del asesino Barrabás. En efecto, Pilato sentía lástima de Jesús y estaba convencido de su inocencia, por eso establece la estrategia de flagelarlo y coronarlo de espinas para suscitar, con el escarnio, la compasión del pueblo al mostrarlo como “ecce homo” (he aquí el hombre).

Por Pascua era tradición indultar a un reo. La estrategia de Pilato era soltar a Jesús tras la tortura. Pero no fue así, porque al mostrarlo al pueblo, este gritó para que lo crucificasen, prefiriendo la liberación de Barrabás. Entre el pueblo había miembros del sanedrín que influyeron en los gritos de condena contra Jesús.                         

Ante los gritos del Pueblo que pedían su crucifixión, “Entonces Pilato, viendo que nada adelantaba, sino que más bien se promovía tumulto, tomó agua y se lavó las manos delante de la gente diciendo: inocente soy de la sangre de este justo. Vosotros veréis” (Mt 27, 24). A Pilato no le quedó más remedio que condenarlo por las revueltas y los gritos acusatorios. Esta sentencia se emitió hacia las 8 de la mañana.

Tras los preparativos, Jesús salió del Pretorio (la torre Antonia) sobre la hora tercia (las 10 de la mañana) con dirección al montículo del Gólgota (calavera) que se encontraba fuera de la ciudad, junto a unas canteras naturales.

 Dadas las condiciones en que estaba Jesús por el linchamiento al que había sido sometido (flagelación y agresiones físicas de todo tipo) y el tremendo peso del madero (patíbulo o travesaño de la cruz), debió de tardar unas dos horas (hora quinta) en recorrer la Vía Dolorosa con la ayuda de Simón de Cirene.

Al llegar al Gólgota se organizaron todos los preparativos para la crucifixión. Jesús fue clavado sobre la hora sexta (13 horas), y a la hora de nona (15 horas) murió con un gran grito, según el relato neotestamentario: “Cuadno era como la hora sexta, hubo tienilas sobre toda la tierra hasta la hora novena. Y el Sol se oscureció, y el velo del templo se rasgó por la mitad. Entonces Jesús, clamando a gran vez, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró” (Mt 27, 44-46).

4.- LA FLAGELACIÓN

La flagelación era un castigo corporal ejemplar hacia los condenados. Su origen es incierto, sin embargo, la usaban los judíos y otros pueblos cercanos con gran implantación, por lo que Roma la incluye en su código de castigo para personas no ciudadanas del Imperio.

A Pablo le flagelan en su primer viaje a Filipos, apela a su condición de ciudadanía romana y le piden disculpas. También, cuando lo detienen en Jerusalén no pueden juzgarlo por su condición de ciudadano romano.

Los derechos de ciudadanía estaban regulados en la “Lex Porcia y en la Lex Sempronia”. La técnica era desnudar al reo hasta la cintura, se le ataba a una columna en posición inclinada (encorvado). La Ley prescribía que fueran aplicados 40 azotes, aunque en realidad se daban 39 para evitar la duda en haberse equivocado en el conto y no dale más de lo debido.

Se usaba el “flagelum”, un látigo que tenía una manopla de sujeción para la muñeca y de aquí arrancaban unas tiras de cuero que terminaban en unas bolitas de plomo produciendo dolor, pero no herida. En otras ocasiones, también se colocaban agujas o garfios para producir heridas sangrantes, llamándose esta última técnica “flagelum flagrum”. La flagelación era un espectáculo público con fines pedagógicos para suscitar un buen comportamiento.

Los evangelistas nos cuentan pocos detalles de la Flagelación. Era tan degradante y fuerte el castigo, que no dan muchas explicaciones. La mayoría morían, solo los más fuertes sobrevivían. Jesús por ser joven y fuerte pervivió, pero quedó gravemente tocado y con varias costillas rotas, por eso, cuando le cargaron el madero (patíbulum) cayó desfallecido tres veces, teniendo que ayudarle Simón de Cirene.

También se utilizaba la flagelación a los condenados a muerte por crucifixión para evitar la agonía y acelerarles la muerte. Pilato lo mandó flagelar pensando que el Pueblo se comparecería al verlo y, sin embargo, fue el Pueblo quien pidió su crucifixión.

5.- LA CRUCIFIXIÓN

¿A quienes se crucificaba? A los que se consideraba como peligro público, a los alborotadores, sediciosos, a los agitadores, criminales, blasfemos y a los que atentaban contra Roma. A Jesús, como ya sabemos, se le condena por blasfemo, agitador de masas y por atentar contra Roma al proclamarse Rey.

En Jerusalén las crucifixiones se realizaban fuera de la ciudad, ya que si se hacían “intra muros”, toda la ciudad quedaba impura, según la Ley judía. El día de la ejecución, al condenado le cargan en los hombros el madero horizontal, llamado “patibulum”, para que lo sujetase con las dos manos. El recorrido hasta la crucifixión por las calles era todo un espectáculo público-pedagógico. Para que el pueblo supiese los motivos, al reo se le colgaba una tablilla al cuello donde se decía el motivo de la condena. A Jesús le pusieron INRI (Jesús Nazareno Rey de los Judíos). Estaba escrito en latín, griego y hebreo, las tres lenguas oficiales.

Había dos tipos de cruces: la conmisa (T) y la inmisa (+). La de Jesús fue inmisa porque los evangelios dicen que colgaron el letrero de condena encima de su cabeza. Había dos modos de crucificar:

A.- Atar manos y pies con cuerdas a la cruz. Era una muerte más suave y podía vivir durante muchos días.

B.- Crucificar clavado por las muñecas. Los bizantinos solían representar a Jesús crucificado por las muñecas; las representaciones romanas del renacimiento en las manos.

El palo vertical clavado en la roca tenía un saliente -que se llamaba “sedile”- en el que se podía apoyar el trasero-  y otro a la altura de los pies -que se llamaba “supedanium”- donde se clavaban y apoyaban los pies. Sin estos apoyos en poco tiempo se moría por asfixia.

Un crucificado podía vivir durante horas hasta morir asfisiado, generalmente con un aspecto amoratado porque los pulmones quedaban sin aire y sin riego sanguíneo en el cerebro. Con estos puntos de apoyo podían respirar mejor porque la caja torácica no sufría tanto el peso del cuerpo. Cuando había que acelerar la muerte, se la practicaba la “crucifagio”, es decir, le rompían las rodillas para no tener punto de apoyo.

A Jesús lo crucificaron a la hora sexta (1 de la tarde) y estuvo clavado durante 2 horas, hasta la hora nona (3 de la tarde) en que expiró. Murió muy rápido en comparación con otros reos porque esta muy debilitado a causa de la brutal paliza de la flagelación y por el cansancio del trayecto por la vía dolorosa. A pesar de ello, rechazó la bebida con vinagre que le ofrecieron para mitigar el dolor.

Los soldados, viendo que se acercaba el shabat judío, quisieron quebrarle las piernas, pero se percataron de que ya había muerto y no lo hicieron, cumpliéndose así las escrituras (Sal 34, 20) (tal y como relatan los evangelios): “que no le quebrarán ni un hueso” (Jn 19, 36); de ahí las analogías de Jesús con el cordero Pascual. En esos momentos, los soldados certificaron su muerte de la forma que se solía hacer, atravesando con una lanza el corazón.

A partir de esos momentos, los familiares se hicieron cargo de su cuerpo. Estos tenían tres horas de tiempo para pedir permiso al gobernador, desclavarle y enterrarlo antes de que diera comienzo el shabat al anochecer, sobre la hora duodécima (seis de la tarde).

Los dos ladrones que estaban a cada lado de Jesús, no habían sido flagelados, por lo que no murieron tan pronto. Como se acercaba el Shabat, posiblemente les practicaron la “crucifagio” cuando iban a hacérsela a Jesús, con el fin de acelerar la muerte.

En algunos casos, familiares de estos reos, por vergüenza, no se hacían cargo de sus cuerpos, dejándolos clavados al pasto de las rapaces. En el caso de Jesús, lo desclavaron y lo llevaron de prisa a un sepulcro nuevo que estaba a pocos metros del lugar de la crucifixión, propiedad de José de Arimatea. Allí, lavaron el cuerpo y lo dejaron sin enterrar envuelto en una sábana, para ir el domingo al amanecer, terminado ya el Shabat, a preparar el cadáver según la costumbre judía, dándole así definitiva sepultura.

Cuando las mujeres fueron a ultimar los detalles, se percataron que no estaba en el sepulcro porque había resucitado: “El primer día de las emana (el domingo), al amanecer, las mujeres fueron al sepulcro con los perfumes que habían preparado. Al llegar, se encontraron con que la piedra que cerraba el sepulcro había sido removida. Entraron, pero no encontraron el cuerpo de Jesús, el Señor. Estaban aún desconcertads ante el caso, cuando se les presentaron dos hombres vestidos con ropas resplandencientes que, al ver cómo las mujeres se postraban rostro en tierra llenas de miedo, les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado” (Mt 26, 1-6).

 

 

 

 

 

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