ORIGEN DE LA SINAGOGA

Por: Álvaro López Asensio

Página web: www.alopezaen.com

 

1.- ORIGEN DE LA SINAGOGA: EL EXILIO DE BABILONIA (587- 538 A.C.)

El reino de Judá, con su capital Jerusalén, es conquistado por el rey de Babilonia Nabucodonosor (587 a.C.). El Templo es destruido, su tesoro saqueado y sus principales sacerdotes ejecutados, lo que llevó a la gran mayoría de la clase sacerdotal a huir a la ciudad egipcia de Alejandría (Jr 42) y a la Sefarad de la Península Ibérica (Abdías 1, 20). La mayor parte de los habitantes de Jerusalén fueron deportados a Mesopotamia, incluidos sus dirigentes políticos.

Para el Pueblo judío fue importantísimo saber cómo poner en práctica los preceptos de la Ley durante su estancia forzada en Babilonia, máxime cuando los Levitas del Templo de Jerusalén y clase sacerdotal -encargada del culto en la ciudad Santa- habían  desaparecido, huido o exterminados. Esta significativa ausencia hizo que el culto que se celebraba en el Templo (todos menos los sacrificios y holocaustos de animales) lo dirigieran ahora, en Babilonia, las personas más piadosas y sabias del Pueblo de Dios. El lugar habilitado para ello fue la sinagoga, que los judíos llamaron “Keneset” o lugar de reunión comunitaria. En esta tierra extranjera, la sinagoga pasará a ser el centro de la vida comunitaria judía.

La sinagoga no fue una invención del Pueblo judío en su estancia en Babilonia sino que, cuando regresaron de esta tierra de exilio (538 a.C.), el Templo de Jerusalén y la sinagoga coexistieron por todos los lugares del reino de Judá antes de la reforma de Josías (687-642 a.C.). Ambos espacios no rivalizaron, sino que guardaron una estrecha relación de carácter cúltico y docente.

Aunque muchas de las prácticas y rituales del Templo se siguieron practicando en la sinagoga, otras se prohibieron porque eran competencia exclusiva del Templo Jerosolimitano. Pero la oración sinagogal (tres veces al día) se consideró la sustituta de los sacrificios practicados en el Templo. Si la palabra hebrea Adedáh (servicio) se empleaba en Jerusalén para designar el culto sacrificial que se ofrecía en el Templo, ahora en las oración sinagogal pasará a ser la “Abodáh del corazón” (Dt 41).

En Babilonia, la instrucción de la Torá y la enseñanza de las escrituras corría a cargo de los “maestros de la Ley”, llamados también escribas. Su función era conservar, transmitir, comentar e interpretar oficialmente la Ley en las sinagogas. Los primeros ejemplos de escribas fueron descritos por Baruc, el ayudante del profeta Jeremías (Jr. 36, 4; 18, 32). La sinagoga era a la vez santuario y aula.


2.- LA SINAGOGA TRAS LA DIÁSPORA JUDÍA (70 D-C. – ACTUALIDAD)

1.- Primera diáspora hacia Babilonia. El rey de Babilonia, Nabucodonosor II, declaró la guerra al reino de Israel, conquistando Jerusalén (año 587 a.C.). Para restablecer el orden y su hegemonía, nombra rey de Judea a Sedecías, quien se rebela conta él, provocando (ese mismo año) la destrucción de la ciudad, y la deportación de los líderes de la revuelta y gran parte de su población son hechos prisioneros y deportados a tierras asiro-babiónicas. Pocos desterrados volvieron a Judea (año 538 a.C.), salvo la clase sacerdotal para restablecer el culto del Templo. En esta dispersión vinieron los primeros judíos a la Península Ibérica, como así relata el profeta Abdías: «…los deportados, este ejército de los hijos de Israel, poseerán Cannaán hasta Serepta, y los deportados de Jerusalén , que están en Sefarad, poseerán las tierras del Negrev (desierto de Arabá, al sur de Israel)» (Abdías 1, 20).

2.- Segunda diáspora hacia Antioquía (Asia Menor) y Alejandría (Egipto) En la época helenística (333 a.C.-66 a.C.) gran número de judíos de Judea emigran hacia las principales ciudades de estos territorios marítimo-comerciales, buscando prosperidad económica y social. Las comunidades judías crecen demográficamente con gran rapidez por las fuertes conversiones de los gentiles (no judíos), impresionados por el genio comercial de los judíos y su alto bienestar.

3.- Tercera diáspora tras la primera guerra judía (años 66-70 d.C.). El emperador Nerón encarga al entonces general Vespasiano sofocar la rebelión judía de Palestina contra el poder de Roma. La décima Legión Fretense permanece apostada durante tres años en el Monte de los Olivos (Torrente Cedrón) esperando el momento propicio para saltar sobre Jerusalén. Una vez nombrado emperador, Vespasiano (66-79 d.C.) confía la toma de la ciudad a su hijo Tito, quien en el año 70 de nuestra Era, la arrasa, destruye el Templo (símbolo religioso y de unidad del pueblo) y deporta a la mayoría de su población hacia las principales comunidades y territorios del Imperio. A este éxodo masivo se le denomina “la gran diáspora”.

4.- Cuarta diáspora tras la segunda guerra judía (años 133-135 d.C.). Los judíos que permanecen en Palestina se rearman y levantan de nuevo contra Roma, esencialmente, por la continua humillación y paganización a la que se ven sometidos. En el año 135 de nuestra Era, el emperador Adriano consigue sofocar la revuelta con consecuencias irreparables para la historia del Pueblo judío, como la salida sin retorno de Palestina, la destrucción de lo que queda en pie de Jerusalén, así como la profanación del Templo para dedicar un altar al dios romano Júpiter. Con los escombros se reconstruye una nueva Jerusalén, que llamarán “Aelia Capitolina” (esta ciudad coincide con la actual “ciudadela” amurallada).


3.-  LA SINAGOGA: LUGAR DE CULTO

Como ya hemos visto anteriormente, tras las dos últimas guerras judías dio comienzo la dispersión definitiva de los judíos de Palestina hacia todas las provincias del Imperio romano, incluida Hispania. La institución sinagogal se convertirá a partir de entonces en el único signo de unidad de todos los judíos de la diáspora o dispersión, asegurándoles un lugar público de expresión de su fe, de educación en la Ley y de garantía para las prácticas judías.

En torno a la sinagoga girará toda la actividad religiosa, social, judicial, docente y política de la comunidad, siendo una de sus principales funciones congregar a la comunidad para la lectura de la Torá, para escuchar su enseñanza a través de los sermones del rabino, para recitar la oración litúrgica diaria siempre que haya minyan (un quorum mínimo de diez personas) y cualquier fiesta que exija culto con celebración litúrgica, especialmente la Pascua, fiestas, ayunos y el shabat. 

Sea cual fuere la época en que se sitúen los comienzos de la sinagoga, ésta no fue jamás un rival del Templo de Jerusalén, el único símbolo religioso y del culto del mundo judío antiguo. Pese a ello, el centro de interés de las comunidades de la dispersión será la sinagoga.

Si el Templo representa el pasado, el individualismo religioso con holocaustos, sacrificios y ofrendas que, como decían los profetas, nada dicen a las personas; la sinagoga por el contrario encarna el futuro bajo dos ideas fundamentales: una nueva forma de relacionarse con Dios y una nueva forma de vivir y potenciar la comunidad (oración en común en minyan, culto sinagogal participativo, escuela en grupo y reunión comunitaria). La sinagoga esta abierta a formas de culto más participativas que no sólo fomentan la fe y respuesta personal, sino incluso la oración comunitaria y la amistad con Dios.

Comentarios

Entradas populares de este blog