LOS REYES MAGOS DE ORIENTE
1.- La fiesta de los reyes magos: la epifanía
La palabra epifanía quiere decir "manifestación, iluminación”. Los cristianos celebran la manifestación de Dios a todas las personas del mundo, a todas las regiones de la tierra. Jesús ha venido para revelar el amor de Dios a todos los pueblos y ser luz de todas las naciones.
La epifanía, en sentido bíblico, es la shekináh de Dios, palabra hebrea que significa: la presencia de Dios en medio del Pueblo de Israel y, en consecuencia, en medio de todas las personas (creyentes e incrédulos). En su nacimiento, los pastores (los pobres y humildes) y los reyes magos (los pueblos paganos fuera de la órbita del judaísmo) reconocieron al Niño Jesús como hijo de Dios y salvador. A mucha gente le cuesta reconocerle en la Navidad, no dejan que nazca en el pesebre de sus corazones.
La epifanía demuestra que Dios ha existido desde la eternidad y se ha manifestado a las personas en múltiples ocasiones:
A.- Eligió al Pueblo de Israel para comunicarse con él: el Pueblo elegido.
B.- Se manifestó a Abraham y a los Patriarcas, así como a Moisés para liberar a Israel de la esclavitud de Egipto. También a los Jueces, reyes y profetas, quienes expresaron los mensajes y experiencias que tenían de Él.
2.- La adoración de los Reyes Magos
El episodio de la Epifanía o adoración de los Reyes Magos lo encontramos en el evangelio de Mateo (Mt 2, 1-12), en los otros tres evangelios no hay referencia alguna. Mateo se dirige a la comunidad judía para decirles que toda la humanidad (reflejada en los magos de oriente) le reconoce como “Hijo de Dios y Salvador” y, el Pueblo de Israel, no debe ser menos.
Mateo narra cómo unos magos de oriente (Melchor, Gaspar y Baltasar) se ponen en camino desde tierras lejanas para encontrar al rey de los judíos, cuyo nacimiento les había sido revelado por una estrella. En el lugar que la estrella se detuvo, encontraron al Niño y le adoraron ofreciéndole sus dones: oro, incienso y mirra. Esta escena ocurre en una gruta, uniéndose a la escena de la Natividad.
Los magos representan a todos aquellos que buscan, sin cansancio, la luz de Dios, siguen sus señales y, cuando encuentran a Jesús, luz de las personas, le ofrecen con alegría todo lo que tienen. La estrella anunció la venida de Jesús a todos los pueblos. Hoy en día, el evangelio (la buena noticia) es lo que anuncia a todos los pueblos el mensaje de Jesús.
Los reyes magos no eran judíos como José y María. Venían de otras tierras lejanas de Oriente (Persia y Babilonia), siguiendo a la estrella que les llevaría hasta el Jesús. En el arte románico se representan por edades: Melchor (mayor), Gaspar (maduro) y Baltasar (joven), como se puede apreciar en la pintura de la iglesia parroquial de Navasa (Huesca) que se conserva en el museo Diocesano de Jaca (principios del siglo XIII).
A finales del XIV su iconografía cambia para representar a los pueblos de la tierra que, desde el paganismo, han llegado al conocimiento del evangelio: Melchor (Europa), Gaspar (Asia) y Baltasar (África).
Los reyes magos dejaron su patria y casa para adorar al Niño Dios. Perseveraron a pesar de las dificultades que se les presentaron. Era un camino largo, difícil, incómodo, cansado. El seguir a Dios implicaba sacrificio, pero cuando se trata de Dios cualquier esfuerzo y trabajo vale la pena.
Los reyes magos tuvieron fe en Dios. Creyeron aunque no veían y entendían. Quizá ellos pensaban encontrar a Dios en un palacio, lleno de riquezas y no fue así, sino que lo encontraron en un pesebre y así lo adoraron y le entregaron sus regalos:
· Oro: que se les daba a los reyes, pues Jesús había venido de parte de Dios como rey del mundo, para traer la justicia y la paz a todos los pueblos.
· Incienso: que se
le daba a Dios, ya que Jesús es el hijo de Dios hecho hombre.
· Mirra: que se untaba a los hombres escogidos (reyes y profetas), ya que adoraron a Jesús como hombre entre los hombres.
Esto nos ayuda a reflexionar en la clase de regalos que nosotros le ofrecemos a Dios y a reconocer que lo importante no es el regalo en sí, sino el saber darse a los demás. En la vida debemos buscar a Dios sin cansarnos y ofrecerle con alegría todo lo que tenemos.
3.- Cómo debemos celebrar la fiesta de los Reyes Magos
La gente relaciona la fiesta de los Reyes Magos como un día de cabalgatas y regalos para niños y mayores. Se queda en algo anecdótico que ha perdido su verdadero sentido religioso y espiritual. Los Reyes Magos no sólo es eso; debemos ser conscientes de que se celebra el amor de Dios que se revela a todas las personas. Dios quiere la felicidad del mundo entero. Él ama a todos y cada uno de nosotros sin importar su nacionalidad, color, raza o religión.
Los magos son las primicias de la humanidad que camina en la búsqueda de Dios. Su significación desborda los límites del relato evangélico para alcanzar horizontes insospechados. En un mundo que parece paganizarse, el creyente no puede perderse en lamentos estériles, sino poner manos a la obra y seguir la tarea de buscar a Dios. Las personas buscamos a Dios sin ser conscientes de ello, por ello, necesitamos identificar a Dios que se esconde en las puertas de nuestras vidas, casas y trabajos.
Como los magos de oriente, también es necesario que reconozcamos a Dios con fe y confianza. Tenemos que ser evangelizadores para interpretar los signos visibles del Dios que nace cada día en nuestro corazón y en el prójimo.
Los reyes magos sintieron una gran alegría al ver al niño Jesús. Supieron valorar el gran amor de Dios por las personas. Por ello, en este nuevo año que comienza, debemos ser estrella que conduzca a los demás hacia Dios. Aprovecho para desear un año de paz en el mundo y de alegría en todos los corazones con la ayuda de Dios.
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