LA ALTA EDAD MEDIA EN JACETANIA Y SERRABLO

 Por: Álvaro López Asensio

Página Web: www.alopezasen.com

1.- EL ALTO PIRINEO EN ÉPOCA HISPANO-VISIGOTICA

 La caída del Imperio Romano en el siglo V de nuestra Era, no supuso la ruptura de la estructura socio-económica del Imperio en el territorio de los Pirineos. El nuevo régimen hispano-visigótico que se impuso a partir de esa centuria, auspició la continuidad de ese sistema social, consistente en grandes fundus o villas agropecuarias de aprovechamientos extensivos.

 El aislamiento de las montañas pirenaicas favoreció que, durante los siglos VI y VII, los visigodos y antiguos hispano-romanos siguieran con la antigua estructura de villas latifundistas de la anterior época romana como forma legítima de colonización y sometimiento del territorio[1]. En esta etapa podemos establecer dos tipos de villas:

A.- Las dedicadas a las labores agrícolas se situaron en las tierras llanas de labor que estaban junto a los ríos de Serrablo.

B.- Las destinadas a la ganadería se asentaron en lugares altos, junto a los bosques y prados verdes de las montañas.

Alrededor de la casa del dueño-señor de la villa, vivían los siervos que le ayudaban en la explotación, considerándose un poblado, pero nunca un núcleo urbano tal y como se entenderá después: un templo que congregaba a sus vecinos y varias casas dispuestas en un trazado cuyas edificaciones centrales dispondrán la fortificación. La dispersión de estas villas por el territorio favoreció que se consolidara, por primera vez, el concepto de casa familiar y de pardina, que perdurará durante siglos hasta nuestros días.

Excepto el yacimiento arqueológico de la Corona de San Salvador de Sabiñánigo, todavía no se han encontrado yacimientos de villas romanas, propiamente dichas, por los alrededores y menos aún hispano-visigodas. Esta circunstancia nos hace pensar, bien que sus materiales de construcción fueron reaprovechados con posterioridad para otros edificios (complicando la identificación de su huella o emplazamiento), bien que estas villas se transformaron en núcleos poblacionales bajo dominación musulmana, origen de algunos lugares de Jacetania y Serrablo, incluso de los que hoy están deshabitados.

No debemos confundir el término hispano-visigodo con mozárabe. El primero, se refiere a los habitantes de la Península Ibérica bajo el régimen visigótico. El segundo a los cristianos bajo la administración musulmana. Los vestigios de arte mozárabe de templos y torres de Jacetania y  Serrablo datan de los siglos X y XI, época en la que los musulmanes aún tenían presencia y dominio en nuestro territorio.

2.- LA CONQUISTA MUSULMANA DEL ATO PIRINEO

Sobre el año 718, los nuevos invasores musulmanes conquistaron la ciudad hispano-visigoda de Osca[2], a la que llamaron Wasca (Huesca). Dos años más tarde (alrededor del 720) llegaron a las tierras y valles altos del Pirineo, sometiendo a su distrito rural y a sus pobladores[3].

Pero no se lo pusieron fácil ya que, a pesar del sometimiento, durante esos primeros años los cristianos viejos se resistieron a ser vasallos del walí (Gobernador) de Huesca, distrito al que pertenecían. Pero al final tuvieron que sucumbir ante la fuerte expedición del caudillo Abd al-Malik ibn Qatan, conocido como Abdelmelik, quien recorrió estas tierras –en torno al año 734 - acabando definitivamente con los focos rebeldes que surgieron por estas tierras y, muy especialmente, en Serrablo.

El profesor La Granja[4], cuando traduce la obra del historiador musulmán Al-Udrí, identifica el nombre Yalaq con el río Gállego. Otras fuentes árabes la escriben como Yilliq. Durán Gudiol sostiene que en el Alto Gállego serrablés se estableció una colonia de sirios que dieron el nombre de Yilliq a una localidad protegida por el castillo de Senegüé y que, a su vez, designaba a un distrito rural[5] (que coincide con el actual Serrablo). Sin embargo, en la nomenglatura cristiana medieval fue llamado Gallecus o Gallicus (río que viene de la Galia).

La ocupación definitiva del territorio de la Marca Superior del Al-Ándalus, favoreció que muchos cristianos subieran a las montañas en busca de protección y libertad religiosa, lo que favoreció la repoblación.

3.- SISTEMA TÁCTICO-DEFENSIVO MUSULMÁN EN EL ALTO PIRINEO

Hay estudios que acreditan que tras conquistar el territorio, los musulmanes diseñaron un sistema táctico-defensivo militar para someter a la población conquistada[6] de la Marca Superior y, por consiguiente, también en el Alto Pirineo.

Cuando llegaron a Jacetania y Serrablo, se encontraron con una demarcación carente de núcleos urbanos de relevancia. La población se concentraba alrededor de pequeñas y diseminadas villas de campo latifundistas[7], estructuradas bajo un sistema pre-feudal[8] y con una economía de dependencia y subsistencia[9].

 Ante el problema de la dispersión demográfica, los musulmanes optaron por construir, a lo largo del siglo VIII, unas atalayas o puestos militares de vigilancia permanente en lugares estratégicamente elevados y bien orientados. El objetivo era, no sólo vigilar y someter a la población diseminada, sino también garantizar la cohesión, seguridad y estabilidad social que ofrecía el nuevo estamento dominante.

¿Cuál fue la finalidad que desempeñaron estos puestos de vigilancia?. Avisar al resto de atalayas de cualquier peligro de insurrección de los cristianos que vivían por estas tierras montañosas, la amenaza de incursión de los cristianos francos del Norte (la Gallia) o el ataque de los cristianos procedentes de Navarra.

Todas se comunicaban visualmente entre sí a través de unas fortalezas madres o centros neurálgicos militares, generalmente, de nueva edificación. Futuros trabajos de investigación geográficos y arqueológicos determinarán cuáles fueron estos centros de convergencia, pero todo hace pensar que estarían ubicados en los grandes pasos, entradas de valles o puntos de conexión inter valles. Es muy probable que Jaca, Puente la Reina, Atarés, Hecho en la Jacetania; Yebra de Basa (valle del río Basa), Senegüé (valle de Tena), Larrés (valle de Acumuer) o el entorno de la ermita de San Benito de Orante (entre la Val Ancha y Estrecha) en Serrablo; fueron uno de estos enclaves estratégicos por su privilegiada situación orográfica. Estas fortalezas madre también estaban intercomunicadas entre sí.

 ¿Cómo se llevaba a cabo este aviso?: mediante señales de humo o reflejos luminosos. En pocos instantes se transmitía la información de peligro entre ellas y, sobre todo, a las fortalezas madres. El previo aviso era esencial para guarnecerse y afrontar el peligro inminente. El tiempo jugaba un papel importante a la hora de preparar la logística e intendencia necesaria (agua, víveres, material bélico, recursos humanos, etc.) para defenderse de cualquier ataque inminente o resistir un largo asedio. La interconexión era esencial para reaccionar militarmente con rapidez y defender el territorio con suficiente antelación.

 Algunos poblados del Alto Pirineo occidental se consolidaron en el siglo VIII gracias al crecimiento y desarrollo demográfico de las antiguas villas hispano-romanas-visigodas. Otros surgieron alrededor de estas atalayas o fortalezas castrenses musulmanas. En esos momentos, todos garantizaban un atractivo proyecto vital: seguridad, comercio, justicia, religión, administración, bienestar, futuro, etc. También una ocupación pacífica, una musulmanización progresiva, una culturización ordenada y un gobierno estable. Las ventajas que ofrecían hicieron que los pobladores abandonasen el aislamiento del campo para vivir en estos nuevos núcleos poblacionales.



[1]BUESA CONDE, D., “Senegüé: los orígenes de una villa (I)”, en Revista Serrablo Nº 158 (diciembre 2010).

[2]El historiador y geógrafo musulmán del siglo XI, al-Udrí, dice que la rendición pactada de la ciudad de Osca fue pactada tras 7 años de duros asedios y luchas.

[3]DURAN GUDIOL, A., “Arte altoaragonés de los siglos X y XI”, Sabiñánigo, 1973, p. 80 (cuadro desplegable).

[4] LA GRANJA, “La marca Superior” (índice de nombres de lugar: Gállego-Yalaq.

[5] DURAN GUDIOL, A., “Los condados de Aragón y Sobrarbe”, Zaragoza, 1988, p.25.

[6]LOPEZ ASENSIO, A., “Sistema táctico-defensivo musulmán en el valle del Jiloca”, Actas I de los II encuentros de estudios bilbilitanos, Institución Fernando el Católico, Calatayud, 1989, pp. 171-179.

[7]MENENDEZ PIDAL, "España visigótica"; tomo III; p. 149.

[8]En el tipo señorial de explotación, el "posessor" (dueño de la quinta o villa) explotaba sus recursos agrícolas con gente de muy diversa procedencia, pudiendo ser libres (pero económicamente dependientes del "posessor") o esclavos de su propiedad. Los bucelarios eran los libres pero económicamente dependientes del Señor, ya que por motivos de pobreza se veían obligados a trabajar sus tierras. Pero también había pequeños propietarios libres que, por su extrema pobreza, se encomendaban al poderoso “posessor” para sobrevivir y protegerse.

[9]VIGUERA, Mª José; "Aragón Musulmán", Zaragoza, 1988, p. 34.

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