LA ALTA EDAD MEDIA EN JACETANIA Y SERRABLO
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1.- EL ALTO PIRINEO EN ÉPOCA HISPANO-VISIGOTICA
A.- Las dedicadas a las labores agrícolas se situaron en las tierras llanas de labor que estaban junto a los ríos de Serrablo.
B.- Las destinadas a la ganadería se asentaron en lugares altos, junto a los bosques y prados verdes de las montañas.
Alrededor de la casa del dueño-señor de la villa, vivían los siervos que le ayudaban en la explotación, considerándose un poblado, pero nunca un núcleo urbano tal y como se entenderá después: un templo que congregaba a sus vecinos y varias casas dispuestas en un trazado cuyas edificaciones centrales dispondrán la fortificación. La dispersión de estas villas por el territorio favoreció que se consolidara, por primera vez, el concepto de casa familiar y de pardina, que perdurará durante siglos hasta nuestros días.
Excepto el yacimiento arqueológico de la Corona de San Salvador de Sabiñánigo, todavía no se han encontrado yacimientos de villas romanas, propiamente dichas, por los alrededores y menos aún hispano-visigodas. Esta circunstancia nos hace pensar, bien que sus materiales de construcción fueron reaprovechados con posterioridad para otros edificios (complicando la identificación de su huella o emplazamiento), bien que estas villas se transformaron en núcleos poblacionales bajo dominación musulmana, origen de algunos lugares de Jacetania y Serrablo, incluso de los que hoy están deshabitados.
No debemos confundir el término hispano-visigodo con mozárabe. El primero, se refiere a los habitantes de la Península Ibérica bajo el régimen visigótico. El segundo a los cristianos bajo la administración musulmana. Los vestigios de arte mozárabe de templos y torres de Jacetania y Serrablo datan de los siglos X y XI, época en la que los musulmanes aún tenían presencia y dominio en nuestro territorio.
2.- LA CONQUISTA MUSULMANA DEL ATO PIRINEO
Sobre el año 718, los nuevos invasores musulmanes conquistaron la ciudad hispano-visigoda de Osca[2], a la que llamaron Wasca (Huesca). Dos años más tarde (alrededor del 720) llegaron a las tierras y valles altos del Pirineo, sometiendo a su distrito rural y a sus pobladores[3].
Pero no se lo pusieron fácil ya que, a pesar del sometimiento, durante esos primeros años los cristianos viejos se resistieron a ser vasallos del walí (Gobernador) de Huesca, distrito al que pertenecían. Pero al final tuvieron que sucumbir ante la fuerte expedición del caudillo Abd al-Malik ibn Qatan, conocido como Abdelmelik, quien recorrió estas tierras –en torno al año 734 - acabando definitivamente con los focos rebeldes que surgieron por estas tierras y, muy especialmente, en Serrablo.
El profesor La Granja[4], cuando traduce la obra del historiador musulmán Al-Udrí, identifica el nombre Yalaq con el río Gállego. Otras fuentes árabes la escriben como Yilliq. Durán Gudiol sostiene que en el Alto Gállego serrablés se estableció una colonia de sirios que dieron el nombre de Yilliq a una localidad protegida por el castillo de Senegüé y que, a su vez, designaba a un distrito rural[5] (que coincide con el actual Serrablo). Sin embargo, en la nomenglatura cristiana medieval fue llamado Gallecus o Gallicus (río que viene de la Galia).
La ocupación definitiva del territorio de la Marca Superior del Al-Ándalus, favoreció que muchos cristianos subieran a las montañas en busca de protección y libertad religiosa, lo que favoreció la repoblación.
3.- SISTEMA TÁCTICO-DEFENSIVO MUSULMÁN EN EL ALTO PIRINEO
Hay estudios que acreditan que tras conquistar el territorio, los musulmanes diseñaron un sistema táctico-defensivo militar para someter a la población conquistada[6] de la Marca Superior y, por consiguiente, también en el Alto Pirineo.
Cuando llegaron a Jacetania y Serrablo, se encontraron con una demarcación carente de núcleos urbanos de relevancia. La población se concentraba alrededor de pequeñas y diseminadas villas de campo latifundistas[7], estructuradas bajo un sistema pre-feudal[8] y con una economía de dependencia y subsistencia[9].
¿Cuál fue la finalidad que desempeñaron estos puestos de vigilancia?. Avisar al resto de atalayas de cualquier peligro de insurrección de los cristianos que vivían por estas tierras montañosas, la amenaza de incursión de los cristianos francos del Norte (la Gallia) o el ataque de los cristianos procedentes de Navarra.
Todas se comunicaban visualmente entre sí a través de unas fortalezas madres o centros neurálgicos militares, generalmente, de nueva edificación. Futuros trabajos de investigación geográficos y arqueológicos determinarán cuáles fueron estos centros de convergencia, pero todo hace pensar que estarían ubicados en los grandes pasos, entradas de valles o puntos de conexión inter valles. Es muy probable que Jaca, Puente la Reina, Atarés, Hecho en la Jacetania; Yebra de Basa (valle del río Basa), Senegüé (valle de Tena), Larrés (valle de Acumuer) o el entorno de la ermita de San Benito de Orante (entre la Val Ancha y Estrecha) en Serrablo; fueron uno de estos enclaves estratégicos por su privilegiada situación orográfica. Estas fortalezas madre también estaban intercomunicadas entre sí.
[1]BUESA
CONDE, D., “Senegüé: los orígenes de una villa (I)”, en Revista Serrablo Nº 158 (diciembre 2010).
[2]El
historiador y geógrafo musulmán del siglo XI, al-Udrí, dice que la rendición
pactada de la ciudad de Osca fue pactada tras 7 años de duros asedios y luchas.
[3]DURAN
GUDIOL, A., “Arte altoaragonés de los
siglos X y XI”, Sabiñánigo, 1973, p. 80 (cuadro desplegable).
[4] LA
GRANJA, “La marca Superior” (índice
de nombres de lugar: Gállego-Yalaq.
[5]
DURAN GUDIOL, A., “Los condados de Aragón
y Sobrarbe”, Zaragoza, 1988, p.25.
[6]LOPEZ
ASENSIO, A., “Sistema táctico-defensivo musulmán en el valle del Jiloca”, Actas I de los II encuentros de estudios
bilbilitanos, Institución Fernando el Católico, Calatayud, 1989, pp.
171-179.
[7]MENENDEZ PIDAL, "España visigótica"; tomo III; p. 149.
[8]En el tipo señorial de explotación, el
"posessor" (dueño de la quinta o villa) explotaba sus recursos
agrícolas con gente de muy diversa procedencia, pudiendo ser libres (pero
económicamente dependientes del "posessor") o esclavos de su
propiedad. Los bucelarios eran los libres pero económicamente dependientes del
Señor, ya que por motivos de pobreza se veían obligados a trabajar sus tierras.
Pero también había pequeños propietarios libres que, por su extrema pobreza, se
encomendaban al poderoso “posessor” para sobrevivir y protegerse.
[9]VIGUERA, Mª José; "Aragón Musulmán", Zaragoza,
1988, p. 34.
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