SOROLLA EN JACA

Por: Álvaro López Asensio

Página web: www.alopezasen.com

Estas vacaciones de Semana Santa he tenido la oportunidad de visitar en Madrid la casa-museo del gran pintor Joaquín Sorolla, una cita muy recomendable para descubrir al genial pintor de la luz.

En una de las salas monográficas dedicadas al paisaje, se encuentran juntos tres cuadros que pintó en los alrededores de Jaca. Con el fin de lleva a cabo el panel de Aragón, Sorolla acudió junto a su familia a principios de verano de 1914, visita que pasó desapercibida entre los jacetanos pero que tuvo su repercusión en su obra.

A modo de bocetos para el fondo del panel, el valenciano estudió las posibilidades del paisaje pirenaico eliminando cualquier alusión a la monumentalidad de la ciudad y, mucho menos de su catedral y rincones más emblemáticos. Atrevido y moderno, Sorolla impregno estas visitas de una gran sensación de movimiento: empleó así un potente pincelada empastada que modula y dota de ritmo los campos de trigo recién segados, así como las laderas de las montañas, las lomas y las cumbres, frente a la sencillez de la reducida gama cromática aplicada.

1.- Alrededores de Jaca: óleo sobre lienzo, 1914, inventario Nº 1054

  
Cuadro de pincelada rápida que dibuja los campos de trigo recién segados, que contrastan con sierra prepirenaica, cuyos cerros aún se encuentran frondoso a pesar de la época estival (Junio) en la que fue pintado.

2.- Alrededores de Jaca: óleo sobre lienzo, 1914, inventario Nº 1055.

                 
Cuadro que dibuja la abstracción de los trigales del prepirineo. A Sorolla le cautivan los terrenos costeros, los arroyos y barrancos de los alrededores de Jaca, distintos a las llanuras interminables castellanas y valencianas a las que estaba acostumbrado pintar. Seguro que este paisaje le transmitió la locura por el contraste del color y la luz, que logra captar con maestría.

3.- Montes de Canfranc: óleo sobre lienzo, 1914, Inventario Nº 1068.

                 

Cuadro que dibuja la naturaleza yerma y muerta de las montañas del pirineo más abrupto y salvaje. Como se puede apreciar, todavía queda algo de nieve en las cumbres de junio. El cuadro tiene tres estadios con diferente cromática: capta a la perfección la luz que refleja en las cimas con nieve, las solanas de cerros y sierras que le preceden y el brillo dorado de los campos de trigo ya segados.


Sorolla dirigió su mirada al interior rural y empobrecido de la España de entresiglos donde elaboró una pintura que trasluce su sentido más intimista. Ante la imponente quietud de sus paisajes, Sorolla pintó al aire libre impresionantes panorámicas protagonizadas por la abrupta naturaleza de recónditos valles pirenaicos y de variados paisajes de España.

El origen de este viraje introspectivo lo encontramos en el ideario regeneracionista con el que el propio Sorolla comulgó. La producción paisajística de Sorolla creció enormemente a partir de 1900 y contribuyó a crear una nueva imagen cultural del país. Este género alcanzaría su máxima expresión tras el encargo de la serie “Visión de España” para la Hispanic Society of America. Para su ejecución, Sorolla llevó a cabo, entre 1912-1919, interminables campañas de trabajo por distantes regiones del país donde elaboró numerosos paisajes. Lienzos dinámicos en cuanto a su factura, pero absortos en un silencio totalmente evocador, como bien se puede apreciar en estos tres cuadros que se conservan en su casa-museo. Es muy probable que pintara más para la Hispanic, pero es un privilegio que él guardara esta muestra de gran belleza y fervoroso entusiasmo.

 

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