EL RACIONALISMO JUDÍO: SALOMÓN IBEN GABIROL
Por:
Álvaro López Asensio
Página
web: www.alopezasen.com
Salomón Iben Gabirol nació en Málaga hacia 1021; su familia procedía de Córdoba, y salío de allí al desintegrarse el califato. Pasó su niñez y se formó en Zaragoza, capital del reino de taifas de los Banu Hud, y centró cultural prestigioso. A consecuencia de problemas que no conocemos al detalle, tendría que salir de esa ciudad. Busca el apoyo de Samuel iben Nagrella en Granada, y pasa allí algún tiempo, si bien sus relaciones personales con el visir granadino pasaron por momentos de fuerte crisis. Apenas sabemos nada sobre los últimos años de su vida, que pueden haber transcurrido en Valencia. Parece haber muerto entre 1053 y 1058.
A los dieciséis años componía ya poemas de una gran calidad técnica, de la más pura escuela andalusí. Su temprana muerte parece apoyar la hipótesis de que su salud fue siempre delicada, como se refleja en algunos poemas. Sufría además las consecuencias de su genio vivo y de su escasa adaptación a la sociedad, contra la que se revolvería con agresividad.
A los diecinueve años publica un poema filológico, el “Anaq” (collar), del que sólo conservamos una cuarta parte. Son cerca de trescientas sus composiciones seculares, y bastantes más las litúrgicas, entre las que destacan el “Keter Malkut” (Corona real)”, y sus “Azharot”, sobre los preceptos judaicos. Es un refinado poeta formalista, con buen dominio de la lengua y gran hondura lírica. Contribuye a hacer más íntima y personal la poesía religiosa, con posibles influjos místicos, firma muchas veces esos poemas con el nombre de “Salomón ha qatan” (el pequeño).
Su obra filosófica en árabe, traducida al latín, “Fons Vitae” (La fuente de la vida) gozó de gran difusión y prestigio También escribió un tratado ético sobre la "La corrección de los caracteres”, obra que ha desaparecido.
En “La fuente de la vida” sigue a Aristóteles en su vertiente racionalista. El racionalismo de tradición aristotélica acepta la idea de que la razón natural es la única fuente de verdad y, por consiguiente, somete todo sentimiento religioso y de fe a los postulados de la razón. El objetivo no es sólo conocer desde la razón a Dios, sino también la certeza de que la fe, la tradición y la revelación pueden explicarse racionalmente y así hacerlas inteligibles a la razón.
Pero también sigue a Platón para explicar la dimensión espiritual del Ser humano. Por eso afirma que las personas están formadas no sólo de Materia y forma, sino también de alma y vida espiritual.
Cuanto más se aleja la materia de Dios, menos espiritual es el Ser humano, por eso hay que buscar un equilibro entre el cuerpo (materia y forma) y el alma (la dimensión espiritual. Ambas realidades hay que alimentarlas, desarrollarlas y fomentarlas.
La síntesis de su pensamiento se puede resumir en los siguientes puntos:
1.- Todo lo creado tiene materia y forma. Nadie puede concebir Espíritu y fe sin materia.
2.- cualquier movimiento dentro del universo creador emana de la voluntad de Dios. Todo nace de Dios y todo vuelve a Él (teoría del retorno). Emanación divina (voluntad de Dios) y regreso a Dios, son los dos pilares de su pensamiento.
3.- Este movimiento se orienta hacia la unidad con “deseo” y “amor”. El fin último es unirse a Dios.
4.- No queda clara la libertad humana. Tampoco la unión con Dios.
Quiso
hacer una fe razonada, una filosofía universalista, en que el Dios de las tres
religiones fuera el centro y lo más importante. Al margen de las doctrinas que
las separan, la filosofía, es decir la fe razonada, nos une a judíos,
cristianos y musulmanes en un mismo Dios creador. Es por ello que, en todas sus
obras, resalta el valor de la tolerancia entre los pueblos y las religiones.
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