LOS MANUSCRITOS DEL MAR MUERTO

 Por: Álvaro López Asensio

Página web: www.alopezasen.com

 


1.- EL DESCUBRIMIENTO DE LOS MANUSCRITOS

Se llamaban Jum’a y El-Dhib (el lobo), eran primos. Sus padres los habían enviado a pastorear un rebaño de cabras en las inmediaciones del Mar Muerto, por el camino que une Jericó con el oasis de Ein-Gue-di, cerca de Masada. De pronto una de las cabras se cayó en una gruta en una zona escarpada de difícil acceso. El miedo a llegar a la tribu con una cabra menos se apoderó de El-Dhib, que comenzó a arrojar piedras para localizar el punto exacto en el que había caído el animal.

Para su sorpresa, una de las piedras produjo un sonido anormal. Algo parecido al sonido de una vasija cuando se rompe llamó la atención de los jóvenes. Cuando localizaron el lugar en el que se encontraba la cabra, El-Dhib se descolgó con sumo cuidado y se introdujo en la cueva. Allí estaba la cabra. A su lado, un grupo de vasijas de cerámica que contenían restos de cuero con unos escritos que El-Dhib no supo identificar. Se metió unos fragmentos en el bolsillo, sacó a la cabra de la gruta y volvió a la tienda donde, de forma itinerante, vivía su familia beduina.

Días después, el padre de muchacho fue a Belén, Allí conocía a Khalil Iskander Shadin, al que todos llamaban Kando, un comerciante de antigüedades. Le enseñó los fragmentos de cuero y le pidió dinero por ellos. Kando se los compró y días más tarde se los mostró a un zapatero de Jerusalén que pagaba bien el cuero curtido para remendar zapatos. El zapatero, viendo que se trataba de cuero muy antiguo con trazos manuscritos, se puso en contacto con un monje ortodoxo del monasterio de San Marcos de la Iglesia Siria de Jerusalén para que identificara el idioma de aquellos pergaminos.

De inmediato, el archimandrita Mar Athanasius Yshua Samuel se dio cuenta de que el texto era hebreo, aunque no sabía de qué época ni qué decían aquellos fragmentos. El monje ortodoxo se puso en contacto con el paleógrafo francés, el dominico Roland de Vaux. Cuando el fraile vio los textos que le habían llevado envueltos en papel de periódico, gritó: ¡Es hebreo herodiano, hebreo del siglo I, hebreo de la época de Jesús!.

Esta es la historia del descubrimiento de los manuscritos del Mar Muerto, el acontecimiento arqueológico más importante del siglo XX.  Los hechos ocurrieron en la primera de 1947. Pero la noticia del hallazgo se hizo pública en el diario británico “The Times”, el 12 de abril de 1948, un mes y un día antes de la proclamación del Estado de Israel.


2.- DOS MIL AÑOS OCULTOS

Los manuscritos encontrados formaban una gran biblioteca de documentos escritos en hebreo, arameo y griego. Habían sido escritos a mano sobre pergamino (fragmentos de cuero de oveja o cabra cosidos entre sí) y en menos medida sobre papiro (planta acuática de zonas húmedas). También se encontraron abreviaturas o palabras sueltas escritas sobre las vasijas de cerámica en la que habían sido depositados. Como excepción, se encontró un texto esculpido en columnas en una lámina de cobre.

Tras años de investigación, discrepancias y polémicas, los especialistas llegaron a la conclusión de que los manuscritos pertenecían a un grupo judío que se había retirado al desierto como rechazo al judaísmo oficial que vivía en Jerusalén y servía en el Templo. Aquel grupo se vio amenazado tras las revueltas que habían tenido lugar en la Ciudad Santa entre el año 67 y 70 del siglo I, que desembocaron en la destrucción del Templo y de la ciudad por parte de los romanos.

La zona donde estaba su monasterio, llamado Qumrán, situada en la desembocadura del río Jordán, en las inmediaciones de Jericó, el único camino establecido entre Jerusalén y Masada donde se habían refugiado un grupo de rebeldes judíos, hizo que los romanos se hicieran con aquel asentamiento situado estratégicamente y bien abastecido. Ante el peligro romano, los autores de los manuscritos, conocidos como la comunidad de Esenios, habían decidido esconder el valioso tesoro que era su biblioteca en vasijas que enterraron en las grutas que había cerca de su asentamiento. La aniquilación del grupo a manos de los romanos hizo que los manuscritos quedaran ocultos durante estos casi dos mil años.

Qumrán está situado en la ribera noroeste del Mar Muerto. Como su nombre indica, el Mar Muerto es un gran lago salado sin vida. Su profundidad (416 metros bajo el nivel del mar) lo convierte en el punto más bajo de la tierra. El altísimo grado de salinidad y la fuerte densidad de agua, a una temperatura media de 25º, hace que en su entorno cualquier tipo de materia orgánica en condiciones normales se conserve casi de forma indefinida. Como el pescado que se conserva en sal, la inmovilidad de los pergaminos depositados en vasijas de cerámica enterradas en las grutas hizo que la materia orgánica del cuero animal se conservará perfectamente en aquel ambiente salado y a una buena temperatura. Sólo el desgaste motivado por la posición de algunos rollos, apoyados sobre el fondo y las paredes de las vasijas deterioraron parcialmente algunos manuscritos.


3.- LA BIBLIOTECA DEL MONASTERIO DE QUMRÁN

En el año 70 d.C., después de numerosas revueltas en Jerusalén, el ejército romano destruyó el Templo de Jerusalén y comenzó un proceso de persecución de los judíos, cuya consecuencia inmediata fue la “diáspora” o dispersión. Los monjes de Qumrán, convencidos de que tenían que prepararse para el final y de que la llegada de los romanos era cuestión de tiempo, escondieron los rollos que formaban su gran biblioteca en vasijas que ocultaron en las grutas que rodeaban la zona escarpada del desierto en el que creemos vivían. El pronóstico se cumplió. Los romanos terminaron con la vida de aquel grupo y los manuscritos quedaron enterrados y olvidados durante casi dos mil años.

Tras el descubrimiento de los arqueólogos que encontraron unos ochocientos manuscritos en once cuevas, llegó el momento del análisis. Sobre la mesa había un enorme puzle que tenían que ordenar. Filólogos, paleógrafos y biblistas iniciaron un proceso de reconstrucción y clasificación de los manuscritos que duró varias décadas. Hoy podemos hablar de una gran biblioteca formada por tres tipos de manuscritos:

A.- Los textos bíblicos, que contienen toda la Tanak o Biblia hebrea, básicamente el Antiguo Testamento cristiano. Los manuscritos bíblicos agrupan textos íntegros o fragmentarios. De entre ellos destaca el libro del profeta Isaías, el pergamino bíblico más largo (734 cm) que contiene la totalidad del texto del libro bíblico.

B.- Los textos parabíblicos, más de doscientos manuscritos con interpretaciones y comentarios a los textos bíblicos (pesharim, midrasim, targumim…) y una gran colección de textos apócrifos.

C.- Los textos extrabíblicos, una serie de obras de contenido legal, histórico y litúrgico que cuentan quiénes eran, legislan la vida del grupo y organizan la comunidad. Entre los textos extrabíblicos, la “Regla de la comunidad” era uno de los rollos más importantes para el grupo de Qumrán. Ocupaba un lugar de privilegio ya que organizaba y estructuraba la vida de aquellos hombres que vivían en el desierto. El “Libro de la guerra de los hijos de la luz contra los hijos de las tinieblas” describe la situación de fragmentación que vivía el judaísmo en aquella época y justifica las razones que llevaron a los autores de los escritos a separarse del resto de judíos. El “Rollo del Templo” es una reelaboración de las leyes bíblicas y describe cómo tenía que ser el Templo ideal, criticando el que había en Jerusalén. Le siguen manuscritos como la “Regla de la Congregación”, la “Carta Haláquica”, el “Libro de los jubileos”, el “Documento de Damasco” y otros comentarios bíblicos, textos apócrifos, ordenanzas, textos sapienciales, calendarios y escritos astronómicos.


4.- DATACIÓN DE LOS MANUSCRITOS DE QUMRÁN

Los estudios arqueológicos y paleográficos confirmaron que nos encontramos ante documentos del judaísmo antiguo pertenecientes al período intertestamentario. El contenido de los textos, así como los análisis de la grafía manuscrita y la retracción de las fibras de pergamino, probaron que los manuscritos más antiguos eran de la mitad del siglo segundo antes de Cristo y los más modernos, de la primera parte del siglo I de la era cristiana.

La datación paleográfica nos situaba ante un abanico de unos doscientos años de diferencia entre los primeros escritos y los últimos. Aunque todavía hoy, y con los medios que tenemos, no podemos datar con rigor y precisión exacta cada uno de los manuscritos para determinar el año preciso de su creación, sí podemos establecer un marco más o menos amplio de una gran parte de los fragmentos encontrados con las suficientes garantías de no desviarnos excesivamente de la ficha de redacción de los textos. De lo que no cabe duda es de que, aunque el contenido de muchos fragmentos sea anterior a la segunda mitad del siglo segundo antes de Cristo, el momento de su escritura tiene en ese instante su punto de partida con el establecimiento de la comunidad en el desierto a orillas del Mar Muerto y como punto final su destrucción y desaparición en el año 70 d.C.


5.- EL ROLLO DE COBRE

Entre los manuscritos encontrados en la cueva 3 apareció un rollo de metal, es el “Rollo de cobre”. Se trata del único manuscrito esculpido sobre una plancha de cobre fino. Contiene una lista de sesenta y cuatro lugares de tosoros escondidos. Es como el plano de un tesoro en donde primero se nombra un lugar geográfico –nombre cifrado o enclave- y después se describe la cantidad de riquezas escondidas y la forma para sacarlas a la luz.

En la mayoría de las ocasiones la descripción de las riquezas se refiere a objetos de oro y plata relacionados con la liturgia y las prácticas religiosas del Templo. Al final de la obra se habla de un duplicado del documento que también fue escondido y en el que se encuentran las calves para descifrar los enigmas del texto y los lugares en donde los tesoros fueron sepultados.

Tras muchos intentos de descifrar el texto y numerosas campañas de excavación por distintos lugares, a día de hoy nadie ha sido capaz de identificar los lugares que aparecen en el manuscrito. En la actualidad, algunos investigadores creen que el manuscrito es un escrito metafórico, imaginario, incapaz de poder dar cuenta de semejantes riquezas. Otros, sin embargo, consideran el documento un texto cifrado del que no tenemos la clave para resolverlo, pero creen en la posibilidad futura de descubrir los lugares nombrados y los tesoros sepultados en algún lugar de la geografía del país de la Biblia.


6.- JESÚS DE NAZARETH Y LOS MANUSCRITOS

La lenta y progresiva traducción y publicación de los manuscritos fue dando lugar a nuevas polémicas, algunas de ellas todavía abiertas. ¿Qué relación tuvo Jesús de Nazareth con la comunidad de Qunrán? ¿Cuáles fueron los vínculos entre los primeros cristianos y los autores de los manuscritos?

Quien lea los manuscritos del Mar Muerto se dará cuenta de que el pensamiento integrista de los monjes de Qumrán no tiene nada que ver con el mensaje de Jesús reflejado en los escritos del Nuevo Testamento. El grupo de Qumrán dirigido por el Maestro de Justicia, vivía encerrado en sí, retirado en el desierto, obsesionado con la pureza ritual, con el cumplimiento de los preceptos y mandatos de la Ley de Moisés, sometido a unos principios de vida muy rigurosos, bajo una legislación comunitaria estricta, con el rechazo hacia todos aquellos que no pensaban como ellos y sin ningún tipo de apertura hacia el resto del mundo. Nada más alejado del mensaje de Jesús, que reinterpreta y actualiza las leyes antiguas, acepta a los extranjeros y marginados, sin las obsesiones rituales y de purificación que se describen en la literatura de Qumrán.

Sin embargo, llama la atención el silencio consciente de los autores de los evangelios sobre la comunidad de Qumrán. A lo largo del Nuevo Testamento, los evangelistas citan a los grupos que había en el judaísmo de la época (fariseos, saduceos, escribas, celotas, sicarios, sacerdotes, levitas…) pero en ningún momento se habla de los hombres de Qumrán. A día de hoy todavía no se ha justificado esta ausencia.

Los manuscritos del Mar muerto han cobrado una importancia capital en los estudios sobre el Nuevo Testamento y los orígenes del cristianismo. Gracias a estos textos los investigadores han podido reconstruir el contexto social, político y religioso que se vivía en Jerusalén durante el cambio de era. Al margen de la Biblia, los manuscritos del Mar Muerto son la fuente de información más importante para conocer el entorno en el que vivió Jesús. Por eso, las nuevas generaciones de investigadores sostienen que es imprescindible conocer los manuscritos para poder comprender el contexto del Nuevo Testamento.

 

Comentarios

Entradas populares de este blog