LA FE DE LA COMUNIDAD PRIMITIVA

EN LA RESURRECCIÓN DE JESÚS

Por: Álvaro López Asensio

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1.- LAS PRIMERAS FÓRMULAS DE FE EN LA RESURRECCIÓN

No comenzamos nuestro artículo por los relatos evangélicos, pues su redacción es más tardía y está influenciada por diversos motivos e intereses de carácter apologético. Tampoco comenzamos por estudiar la experiencia paulina, pues Pablo de Tarso emplea un lenguaje muy libre y rico para hablarnos de su fe y de su encuentro con el resucitado.

No parece tampoco oportuno comenzar por los discursos de la comunidad primitiva que aparecen en el libro de los Hechos de los Apóstoles (Hch 2, 14-36; 3, 12-26; 4, 8-12; 5, 29-32; 10, 34-43; 13, 16-41). Son discursos profundamente reelaborados por Lucas donde es muy difícil distinguir lo que pertenece al estadio más primitivo y lo que es contribución lucana.

Comenzamos por el estudio de aquellas fórmulas que mejor nos pueden descubrir la fe primera de la comunidad. Desde el primer momento, la comunidad ha recogido su fe en fórmulas que han sido elaboradas en función de las diversas necesidades de la comunidad. Fundamentalmente, se han empleado para enseñar la fe a los recién bautizados; para asegurar la autenticidad de la fe en momentos de dificultad y persecución; para proclamar la fe en las reuniones litúrgicas.

A.- La fórmula de Pablo en su primera carta a los Corintios

Os transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, según las escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las escrituras; que se apareció a Cefás (Pedro)…” (1Cor 15, 3-5).

Esta carta puede fecharse el 55/56 d.C. pero Pablo alude aquí al Evangelio que les ha predicado en Corinto, hacia el 51. Pero lo importante es que el Apóstol está hablando del “kerigma” (anuncio) que él anuncia y que ha recibido a su vez. Se trata, por tanto, de una tradición que se remonta a su permanencia en Antioquía (año 40-42) o al tiempo de su conversión en Damasco (año 35-36).

En cualquier caso, nos encontramos ante el texto más antiguo y más próximo a los hechos. Podemos afirmar que esta formulación existía ya de una manera establecida, a lo más tardar seis años después de los acontecimientos del drama redentor, y todo concurre a señalar la mayor antigüedad de esta fórmula.

Respecto a la estructura, la mención de la sepultura (fue sepultado) hay que religarla no a la resurrección sino a la muerte. La sepultura identificada frecuentemente en la tradición judía con el Sheol (lugar donde reposan los muertos). Es la confirmación definitiva de la muerte real de Jesús. En paralelismo, las apariciones son la confirmación definitiva de la resurrección de Jesús. Se suceden paralelamente, de una parte “muerte-sepultura”, de otra parte, “resurrección-apariciones”.

El único sujeto de la fórmula es “Cristo” (ungido, mesías) al cual se aplican cuatro verbos (murió, fue sepultado, resucitó, se apareció) que expresan como las fases de un único acontecimiento realizado en Jesús. Los tres verbos aluden a un acontecimiento pasado (murió, fue sepultado, se apareció); el verbo “resucitó” está en perfecto y nos indica que se trata de una acción pasada pero cuyo efecto perdura y es el que atrae toda la atención. Cristo ha muerto de una vez para siempre (pasado), pero está resucitado (perfecto). La atención de la comunidad está no en una acción pasada sino en el estado actual del Cristo resucitado.

B.- Sobre el contenido de la fórmula y sobre la muerte de Cristo podemos comentar:

·Se afirma el acontecimiento de la muerte de Jesús.

E- Esta muerte recibe un sentido: Jesús no murió por sus propios pecados sino por los nuestros. Esta interpretación redentora de la muerte de Cristo sólo es posible a la luz de la resurrección en la que Dios confirma y hace Señor, y Cristo al que los judíos habían crucificado como maldito en la cruz.

·Esta muerte redentora es situada en el contexto del plan de Dios, pues se realiza y acontece “según las Escrituras”.

C.- Sobre la resurrección de Cristo podemos concluir:

·Se afirma el hecho de la resurrección con el verbo “egeirein” que significa “despertar”, “despertarse” (de la muerte de la que se ha hablado anteriormente). El verbo puede ser entendido: en forma pasiva (egegertai) “ha sido resucitado” (por Dios) según la manera semita. También puede ser entendido en forma media (egegertai) “resucitó”.

·En este caso Jesús sería el sujeto activo de su propia resurrección conforme a la teología del evangelista Juan: “Doy mi vida para recobrarla de nuevo” (Jn 10, 17). Por la mera fórmula verbal no se puede saber si se piensa en Dios o en Cristo como sujeto activo de la resurrección. Si se atiende la predicación primera, es Dios el autor de la Resurrección.

D.- Conclusión:

A los seis años de los acontecimientos pascuales, la comunidad cristiana resume su fe en la resurrección en una fórmula en la que:

·Se afirma la fe en la resurrección de Jesús que había muerto, probablemente como un acto realizado por Dios.

·Se religa la resurrección a la muerte redentora de Cristo. Muerte y Resurrección aparecen unidas dentro de un único Plan de Dios que se realiza conforme a las Escrituras.

·La Resurrección no es considerada como un mero acontecimiento del pasado, sino como una realidad actual y presente que da un sentido redentor a la muerte ya pasada de Jesús.

·Probablemente la Resurrección es vista como el acto escatológico y definitivo que se realiza en Jesús muerto en la Cruz.

·Las apariciones confirman la resurrección de Cristo (como la sepultura su muerte) y la insertan en la historia de las personas.


2.- Otras fórmulas de Pablo sobre la Resurrección

Otras de las reformulaciones muy antiguas en las que se confiesa únicamente la resurrección de Jesús, las encontramos en las Cartas de Pablo a los habitantes de Roma y Tesalónica (Salónica):

Si confiesas por tu boca que Jesús es Señor y crees en tu corazón que Dios le resucitó de entre los muertos serás salvo” (Rom 10, 9).

“… Esperar así a su hijo Jesús que ha de venir de los cielos, a quien resucitó de entre los muertos y que nos salva de la cólera venidera” (1Tes 1, 10).

Esta última parece ser la formulación más antigua de la fe pascual: “Dios ha resucitado a Jesús de entre los muertos”. El sujeto de la frase no es Cristo sino Dios, Autor de la Resurrección. La expresión “de entre los muertos” es típicamente judía. Designa el Sheol, el mundo de los muertos del que ha sido retirado Jesús. Esta expresión se entiende en el esquema mental judío de espera escatológica. Según los primeros cristianos, la Resurrección escatológica ha tenido lugar y ha afectado a una persona, de manera que no se debe hablar de una “resurrección de los muertos”, sino de una “resurrección de entre los muertos”.

En la primitiva comunidad se puede observar una fe en la Resurrección de Jesús que ha sido formulada siguiendo quizás una cierta evolución:

·En un primer momento se habla de que “Dios ha resucitado a Jesús de entre los muertos”.

·Muy pronto, la atención se desplaza hacia la persona misma de Cristo que ha resucitado, y se habla de la resurrección en conexión con la muerte de Cristo: “Cristo murió y resucitó”.

·Más adelante, estas confesiones van siendo explicitadas teológicamente y se considera la Resurrección no como un acontecimiento del pasado, sino como un comienzo.

Lo que nos interesa en estos momentos es apreciar la originalidad de la fe cristiana. Los primeros cristianos emplean un lenguaje utilizado para hablar de la Resurrección final de todos los justos al fin de los tiempos y lo aplican a un individuo, Jesús, y para un tiempo recientemente pasado. De esta manera, los cristianos pasan de lo escatológico (salvación presente y futura) a lo histórico. La Resurrección, un hecho que se espera para los justos al final de los tiempos, se ha anticipado y ha tenido lugar ya para Jesús. Jesús, crucificado en la cruz como un maldito, ha sido resucitado y glorificado por Dios y vive ya desde ahora la resurrección escatológica. La espera escatológica se ha hecho realidad histórica en Jesús de Nazarteth.


3.- Otras fórmulas de Pablo relacionadas con Cristo muerto y resucitado

Encontramos diversas fórmulas en las que se proclama en paralelismo la muerte y Resurrección de Cristo. En ellas se recoge todo el misterio de la redención:

·Porque si creemos que Jesús murió y resucitó” (1Tes 4, 14).

·Murió por todos para que ya no vivan para sí los que viven, sino para aquél que murió por ellos y resucitó” (1Cor 5, 15).

·Fue entregado por nuestros pecados y fue resucitado para nuestra justificación” (Rom 4, 25).

·Fue crucificado en razón de su flaqueza, pero está vivo por la fuerza de Dios” (2Cor 13, 4).

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