DIFERENCIAS DOCTRINALES ENTRE JUDÍOS Y CRISTIANOS EN LA EDAD MEDIA

Por: Álvaro López Asensio

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Las tres comunidades socio religiosas medievales (cristianos, musulmanes y judíos) tenían en común tres aspectos doctrinales que no fueron suficientes para superar los graves conflictos de convivencia que tuvieron durante la Baja Edad Media: la herencia espiritual de Abraham, el origen geográfico Oriental, y la creencia en un Dios personal, trascendente y único que se ha revelado a las personas. Mientras que el judaísmo cree que esta revelación se ha manifestado a través de Moisés, los profetas y hagiógrafos; el cristianismo sostiene que es a través de Jesucristo, y el Islam a través de Mahoma.

A lo largo de la Edad Media, los judíos y cristianos tuvieron que hacer frente a problemas comunes, aunque las soluciones no siempre fueron iguales. Unos y otros tuvieron que enfrentarse al paganismo, a las herejías doctrinales, a la conciliación entre fe y razón y, sobre todo, la posibilidad de incorporar o no -a sus respectivas doctrinas- los principios filosóficos del neoplatonismo y del aristotelismo[1], entre otros temas secundarios.

Aunque ambas religiones desarrollaron de manera independiente y por caminos distintos aspectos como el monacato y las órdenes religiosas (en el cristianismo), o la Cábala y el movimiento místico (en el judaísmo), al final acabaron por reencontrarse e influenciarse no doctrinalmente, sino a través de la religiosidad popular de sus fieles de base.

Pese a ello, sendas religiones mantuvieron diferencias doctrinales irreconciliables que, durante toda la Edad Media, serán motivo de discusiones y persecuciones. Veamos las principales diferencias.

1.- El hecho de que el pueblo judío viva disperso por todos los países del Medievo (europeos e islámicos) hizo que no tomaran conciencia de ser una etnia propia, sino más bien una nación, un gran pueblo unido en una misma creencia religiosa: su fe en Dios. El judaísmo se consideraba la religión de un Pueblo específico que vivía disperso por muchos Estados y reinos.

El cristianismo también está implantado en varios Países pero, a diferencia del judaísmo, está fragmentada en diversas iglesias independientes entre sí (ortodoxos griegos, rusos, coptos, armenios, siríacos, etíopes, melquitas, etc.). Estas iglesias tenían aspectos doctrinales, jerárquicos y litúrgicos completamente diferentes.

2.- El pueblo judío parte de una cadena ininterrumpida de descendientes que provienen de la familia patriarcal (Abraham, Isaac y Jacob). La característica común de toda esta descendencia es que creen en el mismo “Dios de Abraham”, al que llama “el Dios de nuestros padres”. A la familia judía se han sumado personas de toda raza, nacionalidad y creencia.

El cristianismo, por el contrario, estaba formado por personas provenientes de distintas nacionalidades y familias de origen. Esta amalgama de culturas y creencias fueron viciando la fe cristiana con infinidad de interpretaciones doctrinales que, en muchos casos, la propia iglesia romana consideró  herejía[2]: cataros[3], valdenses[4], dulcinistas[5] y Husitas[6]. Los Concilios y Sínodos eclesiásticos las condenaron para lograr la unidad doctrinal, algo que nunca se llegó a conseguir en realidad.

3.- La creencia fundamental del judaísmo se centra en el monoteísmo, es decir, Dios es uno, único, eterno, creador, juez, padre y sostén de todo, como así se recoge en el credo judío o profesión de fe (llamado Semá[7]): “Escucha Israel, el Señor es nuestro Dios, el Señor es uno…” (Dt 6, 4-9). Aunque es un ser inmaterial e incorpóreo, sin embargo es activo y comprometido con su obra creadora. Nada está fuera de su poder y nada hay que se le oponga realmente. Los profetas bíblicos invitaron constantemente al pueblo a permanecer en la fe de Dios con expresiones como: “yo soy el Señor, y o hay otro” (Is 45, 5);  no hay más dioses” (Is 45, 14).

El cristianismo cree, por el contrario, en un Dios trinitario[8], es decir, “tres personas distintas en un solo Dios verdadero” (Padre, Hijo y Espíritu y Santo) como así afirma el catecismo de la iglesia Romana. El judaísmo cree que esta concepción teológica es una degeneración del propio monoteísmo bíblico, ya que en Dios no cabe ninguna partición interna, ni gnoseológica ni ontológica[9]. Este hecho plantea un radical abismo entre la divinidad y el resto de los seres (incluido el hombre), pues éstos se definen precisamente por lo contrario: por la diversidad, variabilidad y multiplicidad. Para el mundo judío, Dios y el mundo son dos polos extremos.

4.- El judaísmo niega la concepción teológica cristiana de la Encarnación de Jesucristo, es decir, “en él (Jesús) habita corporalmente toda la plenitud de la divinidad” (Epístola a los Colosenses 2, 9). Tal concepción teológico-dogmática es la negación de los principios fundamentales del judaísmo, que cree impensable que una parte de Dios sea humana (Dios se ha hecho hombre en Jesucristo). El Dios único no necesita recurrir a persona “interpuesta” (Jesucristo), ni a ningún intermediario (la Virgen María o los Santos) para comunicarse con las personas.

5.- El judaísmo prohíbe la idolatría, es decir, no se puede adorar a ningún ídolo, imagen o representación de Dios. Los judíos creen que los cristianos pecan de idolatría porque representan a Dios Padre con figura humana, venerando también las de Jesucristo, la Virgen María y los Santos. Esta práctica entra en contradicción directa con el mandato de Dios de no practicar la idolatría: “No habrá para ti otros dioses delante de mí. No te harás escultura ni imagen alguna, ni de lo que hay arriba en los cielos, no lo que hay abajo en la tierra, no de lo que hay en las aguas debajo de la tierra. No te postrarás ante ellas ni les darás culto” (Dt 5, 7-9; Ex 20, 5).

6.- El judaísmo entiende que las personas pueden encontrar y comunicarse con Dios siempre que lo deseen y lo busquen de todo corazón en su interior, actos, pensamientos y oraciones. La relación entre la persona y Dios está libre de intermediaciones e intercesores, como así piensa el cristianismo a través de Jesucristo (el único camino que lleva al padre), la Virgen María (la mediadora entre las personas y su hijo Jesús), los Santos (por estar en el cielo al lado de Dios para interceder por nosotros), los ángeles (los mensajeros de dios para ayudar al hombre), etc.

7.- El judaísmo cree que Dios ha revelado al Pueblo de Israel sus mandamientos y preceptos a través de Moisés en el Sinaí. Esta revelación ha sido puesta por escrito en la Torá. Los judíos afirman que los cristianos han tomado prestado este relato, añadiéndole sus propios comentarios, doctrina y dogmas. Además creen que los cristianos aceptan sus libros sagrados por fe, y no por el testimonio de los que realmente presenciaron la revelación, trasmitiendo a sus descendientes: el Pueblo de Israel, el “pueblo escogido” (Ex 19, 5-6).

8.- El judaísmo en la Edad Media nunca desarrolló un sistema de creencias, ni siguiera una teología dogmática como en las iglesias cristianas. Únicamente se contentaba con sintetizar los elementos fundamentales de su fe recogidos en los 613 códigos de conducta[10], así como en los 13 principios formulados por Maimónides[11] en la segunda mitad del siglo XII. La ausencia en el mundo judío de una autoridad personal y jerárquica que pudiera fijar las doctrinas dogmáticas (como en las iglesias cristianas), favoreció que los rabinos judíos pusieran el acento no tanto en cuestiones doctrinales y de fe, sino más bien en la obligación que las personas tienen para con Dios.

9.- La interpretación de los libros bíblicos ha constituido también un motivo de alejamiento entre ambas comunidades. Desde muy pronto, cada una siguió su propio camino, haciendo su lectura particular de la Biblia. Los rabinos acusaron a los cristianos de abusar de la exégesis alegórica (interpretación literal) para explicar que la misión de los personajes del Nuevo Testamento (como Jesucristo) estaba ya escrita en los textos veterotestamentarios.

Los judíos no interpretan literalmente las Sagradas Escrituras, salvo el libro del “Cantar de los cantares[12]”. Tanto judíos como cristianos se han ignorado mutuamente en el modo de interpretar la Biblia.

10.- El judaísmo acepta las diferencias culturales (considerándolas como positivas y beneficiosas en el plan salvífico de Dios) siempre que no atenten contra el cumplimiento de sus mandamientos. Por tanto, no se busca conversos, ni se procura hacer judíos a los goyim o gentiles no judíos, ya que el que actúa como gentil de acuerdo a lo que Dios manda, es tan valioso como el judío que actúa como Dios ordena. Dios retribuye de acuerdo a las acciones y no a la fe.

11.- El judaísmo piensa que tanto judíos como gentiles pueden alcanzar la salvación, siempre que vivan de acuerdo a los preceptos y mandamientos de Dios, especialmente los noaquíticos o mandamientos de Noé. Los goyim (no judíos) pueden tener también su puesto en el paraíso con tal que observen fielmente los preceptos noaquíticos que les posibilita construir en la tierra el proyecto de Dios, como ya hemos visto[13].

El objetivo del cristianismo, sobre todo en la Edad Media, es convertir a los creyentes de otras confesiones socio-religiosas y minorías étnicas. El no creyente está condenado de ante mano, llegando al convencimiento de que “extra eclesia nulla salus” (fuera de la iglesia no hay salvación posible). El cristianismo condena al infierno a todo aquel que no cree en Jesucristo y no cumple su principal mandamiento de amor; la salvación es sólo para el creyente. El purgatorio es un estado de vida intermedio para purgar y forjar el arrepentimiento de las vidas que no se han fundamentado en el amor de Dios.

12.- El judaísmo sostiene que las personas deben servir a Dios, sin esperar recompensa por su parte. El cristianismo, por el contrario, cree que Dios está al servicio de sus fieles, incluso sacrificó la vida de su “único hijo Jesucristo” para perdonar los pecados de la humanidad que cree en él.

13.- El pueblo judío fue escogido por Dios de entre todos los pueblos y naciones para que actuara como guía del resto de naciones, es decir, un pueblo elegido para servir a Dios y a la humanidad. Los cristianos, por el contrario, entienden que Dios escoge a sus fieles para dar salvación y vida eterna a todo aquel que cree en él.

En resumen, podemos encontrar en ambas comunidades una coincidencia en cuestiones tan fundamentales como la visión de Dios en el mundo, la creación, la naturaleza de las personas y su lugar en el universo, la providencia, la Alianza, la Biblia, los principales valores éticos y derechos humanos que de ella se desprenden, etc. Sin embargo son muchas las diferencias que los desunen, tal vez por vivir una evolución histórica independiente y enfrentada en lo civil y religioso, sobre todo en la Edad Media.

A nivel doctrinal, las mayores discrepancias las encontramos en los dogmas cristianos (trinidad, encarnación, virginidad de María, redención, resurrección, iglesia, papado, sacramentos, sacerdocio, etc.) y en la praxis religiosa judía que insiste en el cumplimiento de los preceptos bíblicos. Pese a ello, siempre es posible superar, desde el respeto, dichas discrepancias y encontrar cauces de encuentro y convergencia, sobre todo, en los sectores menos fundamentalistas de ambas religiones.



[1] SÁEZ BADILLOS, A.;  Judaísmo y cristianismo, muchas heridas a flor de piel”, p. 3.  

[2] La iglesia romana considera herejía a todo error en materia de fe, sostenido con pertinacia. Al autor de una herejía se le llama heresiarca. Al seguidor de esa doctrina herética se le llama hereje, es decir, al que se opone a lo que cree y propone la iglesia católica en materia de fe o doctrina.

[3] La doctrina cátara es un rebrote del maniqueísmo, es decir, se interesaban por la austeridad, pureza y pobreza. Menospreciaban a la jerarquía eclesiástica, tenían fuertes penitencias para sobreponerse al mal; a estos también se les llama albigenses, son dualistas.

[4]Los valdenses son una secta herética fundada por Valdo en Lyon en el último cuarto de siglo XII, probablemente en 1176. Su fundador quiso predicar, pero su incapacidad motivó la prohibición de Roma. Valdo hace caso omiso de este veto y la Santa Sede lo excomulga. Entonces, él y sus discípulos caen en la herejía. Negaban los sacramentos, excepto el de la eucaristía, y rechazaban la autoridad de la iglesia. Querían reproducir el sistema de vida apostólico y acusaban de corrupción a la iglesia.

[5] Dulcino (1250-1307) fue un líder religioso italiano del siglo XIV y fundador de la secta de los hermanos Apostólicos o dulcinistas. Predicó la proximidad del fin de los tiempos y el descenso del Espíritu sobre los Apostólicos. El Papa Clemente V decretó contra él y sus seguidores una cruzada, durante la cual fue capturado, torturado y quemado vivo. Criticó a la iglesia por la acumulación de riquezas y predicó la austeridad. Las bases de sus ideas eran: la oposición a la jerarquía eclesiástica y el retorno de la iglesia a sus ideales originales de pobreza y humildad; la oposición al sistema feudal; la liberación de los hombres de cualquier restricción; la organización de una sociedad igualitaria, de ayuda y respeto mutuos, basada en la propiedad comunitaria y en la igualdad de sexos.

[6] Juna Hus fue un religioso checo que predicó primero la reforma de la iglesia, es decir, una vuelta a la austeridad evangélica. Luego siguiendo a Wiclef, atacó el dogma católico: negó la necesidad de la confesión, se opuso al culto de las imágenes, atacó la inhabilidad del Papa y pidió la comunión bajo las dos especies. Su doctrina fue condenada en el primer concilio de Constanza, en el año 1414-17 de nuestra Era.

[7] El credo judío llamado Semá (se llama así porque empieza por esa palabra, que significa “escucha”), recogido en (Dt. 6, 4-9) constituye la proclamación de la fe judía en la afirmación clara del monoteísmo. Dios es Uno y es único, radicalmente diferente a toda otra realidad y deidad, al contrario del politeísmo de los pueblos vecinos. El cuerpo del Semá se puede dividir en las siguientes partes: los versículos 1-3 son la introducción típica del estilo deuteronomista, el redactor del texto. Los versículos 4-9 son la profesión de fe propiamente dicha (unidad de Dios, invitación a amarlo, observancia y transmisión de sus mandamientos). Los versículos 10-19 advierten contra el olvido de Dios y los cultos paganos, especialmente los cananeos con su Dios Baal. Los versículos 20-25 cierran el credo con una breve catequesis sobre las leyes de Israel, que en definitiva no es otra cosa que la historia de la salvación del pueblo unido en la fe a su único Dios, Dios.

[8] El 20 de mayo de 325 d.C., se convocó el Concilio de Nicea, el primero de los ecuménicos, en el que asistió Constantino, el primer emperador cristiano y 318 obispos de toda la cristiandad. Este concilio sirvió de base al credo cristiano fundamentado en la trinidad: “creemos en un solo Dios, todopoderoso… y en Jesucristo, hijo de dios, el único engendrado del Padre, esto es, de la sustancia del Padre, Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado y no hecho, consubstancial al Padre…”. El concilio de Nicea condenó también las doctrinas arrianas, tal y como hemos visto anteriormente.

[9] LOMBA, J.;  Op.  Cit.  La filosofía judía en Zaragoza”, p. 22.

[10] La Torá es la fuente primera de los siete preceptos morales básicos que obligan a todo ser humano como tal (los siete preceptos de los hijos de Noé; Gn 9, 1-7). También hay que observar los 613 preceptos o Mitzvot formulados dentro del texto bíblico y debe cumplir todo judíos desde que alcanza los trece años (365 son negativos e imponen absternerse de alguna acción -uno por cada día del año- y 248 preceptos positivos –uno por cada órgano del cuerpo-. Dentro de esas normas devida, destacan de modo especial las relativas a la observancia del sábado, al día de descanso total, a la oración y a la alimentación. Esta última distingue entre los  productos aptos y no aptos para el consumo humano (casrhut), la separación estricta de los alimentos lácteos y cárnicos, etc.; en definitiva, son el resultado de la interpretación de las palabras bíblicas dentro de la tradición judía (Lv 11). La liturgia y las oraciones sinagogales, el calendario judío, las fiestas de origen bíblico o postbíblico, contribuyen a dar también un carácter diferenciador de la comunidad judía. Las leyes sobre pureza ritual o las relativas al matrimonio y al divorcio, dan también al judaísmo una imagen propia de identidad como pueblo. Estos preceptos bíblicos son comentados, explicados, ampliados e implementados por las diferentes exégesis o comentarios, plasmándose por escrito las tradiciones orales: la Misma y el conjunto en la que está incluida: el Talmud.

[11] Estos 13 principios de Maimónides sostienen la existencia de Dios, su unidad, su carácter no antropomórfico, su eternidad, su exclusividad a efectos de culto y obediencia, la profecía (con Moisés como el mayor de los profetas), la entrega de la Torá (una Torá que no será derogada ni modificada nunca), el conocimiento de las acciones de los hombres por parte de Dios y su retribución, la venida del Mesías y la resurrección de los muertos.

[12] Tanto judíos como cristianos interpretan el libro del “Cantar de los cantares” desde la alegoría. Mientras que para los cristianos veían en los dos protagonistas del libro a la Iglesia y Jesús, para los judíos se trababa de la comunidad de Israel cantando su amor por Dios.

[13] Los preceptos noaquíticos son siete, a saber, abstenerse de la idolatría, blasfemia, incesto, asesinato, robo, comer miembro desgarrado de un animal vivo y el precepto de practicar justicia. Estos preceptos han sido incorporados en la moral de las religiones históricas, sobre todo cristianismo y mahometanismo que, a través de su extensión ecuménica, han posibilitado, de esa manera, la salvación de la humanidad. Esta razón es la que explica la actitud misionera judía.

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