CAÍN Y ABEL: EL ODIO, ENVIDIA Y VENGANZA

Por: Álvaro López Asensio

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1.- EL RELATO DE CAÍN Y ABEL

Con el relato de Caín y Abel (Gen 4) la Biblia pone de manifiesto la primera historia negativa de la condición humana: el odio,  la envidia y la venganza.

El texto bíblico (Gn 4, 1ss.) dice que Adán y Eva tuvieron por hijos a Caín (primogénito) y Abel (su hermano). También revela la profesión: “fue Abel pastor de ovejas y Caín labrador” (v. 2) 

En efecto, el varón conoció a Eva, su mujer, la cual concibió y dio a luz a Caín, y dijo: “He adquirido un varón con el favor de Dios” (Gen 4, 1). Al varón se le sigue llamando con el nombre de “Adam(‘is, varón), mientras que a la “mujer” (‘issah), con el nombre de Eva que le puso el varón, parece estar individualizada y personalizada con un nombre propio. Sin embargo, el relato sigue siendo totalmente atemporal.

El verbo “conocer” tiene en hebreo, entre otras acepciones, la de significar las relaciones sexuales (Lc 1, 34). La madre de Caín relacionando el nombre de Caín (Qayin) con el verbo “qanah” (adquirir), parece reconocer y agradecer a Yahvé el haber tenido un varón. Sin embargo, la forma directa en que el autor ha presentado el nombre de Caín es como si Eva hubiese engendrado y dado a luz a la personificación del mal.

Volvió a dar a luz, y tuvo a Abel su hermano” (Gen 4, 15). La identidad de Abel no viene de sus padres ni siquiera de la etimología de su nombre (Abel, del hebreo “hebel” o “Habel”, que significa “soplo”, tal vez en referencia a su corta vida), sino de su hermano Caín.

El autor parece enfatizar la consanguineidad de los hermanos y la institución de la institución de la primogenitura por la que el primogénito sucede a su padre como jefe de la familia (Gen 49, 3), recibe especiales bendiciones del padre, tiene cierta autoridad sobre sus hermanos y hermanas (Gen 27, 18-40) y es el vengador de sangre o “Go’el” (Gen 37, 21ss).

El relato indica que Abel era pastor de ovejas y Caín labrador, pero el contexto parece convertirlos en la representación de dos sociedades del Neolítico enfrentadas: la agricultura y la vida sedentaria y el nomadismo. No disimula el autor su preferencia por el hermano menor, su vida de pastor y su religiosidad, propias del pueblo hebreo, mientras parece menospreciar la agricultura y la cultura urbana por su degeneración. El relato se podría datar en un Bronce Medio (4000 a.C., para el Oriente Medio), y pudiera considerarse como un gran paradigma de la situación moral, social, cultural y religiosa de la humanidad, rota la armonía matrimonial por el pecado de desobediencia contra el amor a Dios y por el pecado contra el amor al prójimo: el fratricidio. No hay base moral alguna.

El varón tiene un sentimiento religioso natural, manifestado en la oblación que hace cada uno de los hermanos de los frutos de su trabajo, siendo preferido el de Abel, lo que irritó a Caín. Dios habló a la conciencia de Caín para indicarle que está triste e irritado porque no obra bien y su religión es solamente ritual; si obrara bien, podría levantar su frente con dignidad; de lo contrario, el pecado está acechando como una fiera y tiene que dominarlo. No escuchó Caín la voz de Yahvé, y “Caín dijo a su hermano Abel: Vamos afuera. Y cuando estaban en el campo, se lanzó Caín contra su hermano Abel y lo mató” (v. 8). El texto dice que lo mató, pero no especifica si con la quijada de una oveja (como habitualmente se cree y se representa en la historia del arte) o con un puñal, que entraría dentro de lo lógico. Algunos artistas han elegido la quijada porque Abel era Pastor.

Dios –como ocurrió también en el paraíso- le pregunta a Caín dónde está su hermano Abel, contestándole éste  que no sabe, porque no es el guardián de su hermano. Entonces Dios le hace ver la gravedad de su crimen: la sangre de su hermano Abel le pide justicia desde el suelo.

Caín escucha la primera maldición de Dios a al varón, lo expulsa del suelo en que vive, que quedará estéril, e irá vagabundo y errante por la tierra.

Reconoce Caín que su pecado es un peso insoportable para su conciencia y grande el castigo de ser expulsado de su suelo, huir de la presencia de dios y vagar errabundo  por la tierra pudiendo ser víctima de cualquiera que lo encuentre o del vengador de Sangre o “Go’el”. Pero Dios le asegura que quien mate a Caín lo pagará siete veces, y le puso una señal para que nadie que lo encontrara le atacara.

Se desconoce la señal que Dios le puso, pero es posible que pudiera ser la señal de la tribu de los quenitas o cainitas (Num 24, 21ss; 1Sam 15, 6). Caín salió de la presencia de Dios marchándose a las estepas de Nod, que se cree que son Mesopotamia.

La muerte de Abel ha sido el pecado más grave al inicio de la humanidad, con la misma pena y castigo que el de Adam, pero el de éste fue por desobediencia y el de Caín, fruto de la falta de dominio sobre los propios impulsos, actuando de modo totalmente contrario a Dios y al sentido de la creación: destruir la vida en su máxima expresión: la vida humana, la imagen de Dios. Ese hecho ha abierto otro tema que abarcará la historia hasta el final de los tiempos: la persecución del justo (sb 1, 16; 2, 24; Mt 10 17ss; Lc 21, 12-19).


2.- EL PECADO DE CAÍN SOBRE ABEL

Pero, ¿Quiénes son Caín y Abel? Técnicamente se llaman “epónimos”, es decir, personajes ancestrales que a veces pueden ser reales o ficticios. Normalmente son reales, son los padres de una estirpe, de un pueblo o de una raza y, alrededor de ellos, se hace teología e interpretación de la historia. 

En el relato bíblico, los labradores son los malos y los pastores los buenos: Abraham fue pastor, David fue pastor, y Jesús es el Buen Pastor. ¿Por qué son malos? Porque los agricultores de entonces estaban arraigados en la tierra, fomentaban el culto a la fertilidad con todos los problemas sexuales y sociales que ello generaba. El Pueblo de Israel fue numerosas veces tentado a abandonar a Dios y rendir culto a Baal, el dios cananeo señor de la fecundidad y de la tierra.


3.- LA MISERABLE CONDICIÓN HUMANA

Después del primer pecado de Adán y Eva (que representan a toda la humanidad) contra Dios; el segundo pecado de Caín y Abel representa la  rebelión de las personas contra las personas. Esta actitud se opone al doble mandamiento: “el amor a Dios y al prójimo” (Mt 22, 40). 

Esta actitud de personas frente a personas la define muy bien una locución latina que utilizó el filósofo ingles del siglo XVIII, Thomas Hobbes (que a su vez recogió de Plutarco): “Homo homini lupus est” (el hombre es un lobo para el hombre). 

El odio y desprecio entre las personas, los juicios y prejuicios, el crimen, la guerra, la violencia de género y vicaria; los conflictos personales, interpersonales y familiares, así como todo lo que subyace de la propia condición y naturaleza humana, son fruto y consecuencia del pecado. Este es el trasfondo de la narración de Caín y Abel.

Por otra parte, el redactor bíblico introduce el tema del menor preferido al primogénito. Dios siente predilección por los humildes (Abel) y desdeña las grandezas terrenas (Caín). El camino hacia el bien pasa por la humildad, el camino que vencerá al pecado pasa por la sencillez. Sólo los humildes y sencillos de corazón pueden ver y comprender los misterios de Dios, que son los misterios del bien frente al mal, la eterna dicotomía que intenta resolver el románico con estas representaciones, enseñanza también de tremenda actualidad en nuestros días. La condición humana sigue teniendo las mismas miserias, defectos y conductas maléficas que en el románico, una constante en la historia de la humanidad.

 

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