TERMINOLOGÍA
DE LA RESURRECCIÓN
EN EL NUEVO
TESTAMENTO
Página web: www.alopezasen.com
1.- EL USO DE LOS TÉRMINOS
El Nuevo Testamento se escribió en lengua griega. La idea de la Resurrección es expresada normalmente con los verbos helenos: “Egeirein” (despertar) y “anistanai” (levantar, hacer levantar).
A.- “Egirein”: Apenas es empleado en el griego clásico para expresar la idea de la resurrección. Sin embargo, en el Nuevo Testamento es el verbo que con más frecuencia expresa la idea de la resurrección. Aparece empleado de manera absoluta y también con “ek toon nekroon” y “apo nekroon”, es decir, resucitado (de entre los muertos) (Mt 27, 53).
El sujeto de “egeirein” siempre es Dios. Así, la resurrección aparece como el acto de Dios hacia Jesús. Dios puede ser así designado como “el que resucitó a Jesús” (Rom 4, 24; 2Cor 4, 14; Gal 1, 1; col 2, 12; 1Ped 1, 21).
B.- “Anistanai”: En el griego clásico se emplea con frecuencia para expresar la idea de la resurrección. En el Antiguo Testamento es empleado una única vez en (2Mac 7, 9) en lengua hebrea.
Para los evangelios Sipnóticos (Mateo, Marcos y Lucas), el sujeto de “anistanai” es Dios que sugiere que Jesús de Nazareth “ha sido resucitado por Dios”. Como consecuencia de ello, el apóstol Pablo de Tarso dice al respecto: “si creemos que Jesús murió y resucitó, de la misma manera Dios llevará consigo a quienes murieron en Jesús” (1Tes 4, 14).
Las
excepciones a este uso se encuentran en la cristología de Juan. Según este
evangelista, Cristo tiene poder de reconstruir el Templo de su propio cuerpo
(Jn 2, 19). Tiene poder de dar la vida voluntariamente y de recobrarla de nuevo
(Jn 10, 17-18). Tiene poder de dar la vida a los que quiere (Jn 5, 21). Tiene
capacidad de resucitar en el último día (Jn 6, 39). Incluso Juan llega a
identificar a Cristo con la resurrección: “Yo
soy la resurrección y la vida” (Jn 11, 25). En el Apocalipsis no se dice
que Cristo ha resucitado, sino que está vivo y que tiene las llaves del cielo
(Ap 1, 18; 2, 8).
2.- EL SIGNIFICADO DE LOS TÉRMINOS
A.- Despertar: el significado principal de “egeirein”. Según esto, la muerte es concebida como un sueño y la resurrección como un despertar de las personas realizado por Dios. Dormirse es un eufemismo convencional muy frecuente en la literatura griega (Homero) para expresar la muerte.
En el Nuevo Testamento “caer dormido” es una expresión convencional para decir “morir” (Mt 27, 52; 1Cor 7, 39). Los creyentes muertos son los que se han dormido en Cristo o por Cristo (1Tes 4, 14; 1Cor 15, 18).
Esta expresión es tan convencional que no nos puede dar una información acerca de la condición de la muerte ni la naturaleza de la resurrección. La resurrección como un despertarse de la muerte no es una idea que haya influido en la concepción del Nuevo Testamento sobre la resurrección, al menos, la de Jesús. En este sentido podemos indicar que esta idea de despertase no cuadra bien con la indicación “ek nekroon” (de entre los muertos); se esperaría “ek zaátou” (de la muerte).
B.- Levantar: El verbo “anistanai” significa además “poner en pie, erigir”. Según esto, el muerto es imaginado como alguien que está caído y la muerte como algo que coloca a la persona en esta situación de incapacidad. La resurrección es lo que pone a la persona de pie, lo levanta, lo restaura.
En el Nuevo Testamento se encuentra este significado (Mc 9, 27; Mt 9, 25). Responde mejor a las concepciones judías en general y al Antiguo Testamento que conciben la muerte como una incapacidad y decaimiento y la resurrección como una restauración de la persona.
C.- Sacar: Existe otro posible sentido, en la misma línea del “levantar”. En la Carta a los Romanos de Pablo de Tarso (Rom 10, 7-9), la muerte es concebida como el abismo o pozo del Sheol a donde ha bajado Cristo una vez muerto en cruz. La resurrección es “hacer subir a Cristo de entre los muertos” y, por tanto, la resurrección es concebida como un sacar a Cristo muerto del poder del Sheol.
La muerte ha sido vista a la luz del Sheol como lugar a donde van a parar los muertos o “refraim” hebreos y que esperan el momento de la resurrección para ser juzgado en el día del Juicio Final. De esta manera, se ha llegado probablemente a personificar la muerte como un poder y considerar la resurrección como una victoria final.
Esto aparece en la teología paulina con claridad. Para Pablo de Tarso, la muerte reina por el pecado (Rom 5, 17), pero ya no tiene señorío sobre Cristo, pues su muerte ha sido una muerte total al pecado (Rom 6, 9). El último enemigo en ser vencido será la muerte, pero también será destruida (1Cor 15, 26).
En
esta misma línea encontramos expresiones en la Carta de Timoneo, don Pablo
dice: “Cristo Jesús quien ha destruido la
muerte y ha hecho irradiar luz de vida y de inmortalidad por medio del
evangelio” (1Tim 1, 10). En la carta a los Hebreos se habla de que “aniquiló mediante la muerte al señor de la
muerte, el Diablo” (Hebr 2, 14). En el libro del Apocalipsis se habla de
Cristo como “estoy vivo por los siglos de
los siglos y tengo las llaves de la muerte y del hades” (Ap 1, 18).
3.- A MODO DE CONCLUSIÓN
A excepción de este último sentido, hemos visto que el análisis etimológico de la terminología de la resurrección no aporta apenas luz sobre la naturaleza de la resurrección de Jesús de Nazareth.
Dios es un Dios viviente y, por tanto, no es un Dios de muertos, sino de vivos (Mc 12, 27; Lc 20, 38; 1Tes 1, 9). La resurrección de Jesús es una vida después de la muerte, una superación de la muerte. Por eso, tiene dominio sobre todas las personas y es Señor de vivos y muertos (Rom 14,9). “Su vida es un vivir para Dios” (Rom 6, 13).
Si
la resurrección es entendida como una entrada en la vida divina, es natural que
se emplee el término de glorificación para hablar de la resurrección. Sobre
todo esto se observa en el evangelio de Juan (Jn 7, 39; 12, 16; 17, 1-5), pero
también en otras tradiciones del Nuevo Testamento: (Hebr e, 9; Lc 24, 26; Rom
6, 4; 1 Tim 3, 16; 1 Ped 1, 11).
Comentarios
Publicar un comentario