ADÁN Y EVA EN EL PARAÍSO

 Por: Álvaro López Asensio

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1.- EVA ES ENGAÑADA EN EL PARAISO

La mujer, después de negarse a comer del “árbol que está en medio del jardín” (momento que representa la escena), es engañada por la serpiente (el maligno) con este diálogo: “Replicó la serpiente a la mujer: de ninguna manera moriréis. Es que Dios sabe muy bien que el día en que comiereis de él, se os abrirán los ojos y seréis como dioses, conocedores del bien y del mal” (Gn 3, 4-5).

El libro del Apocalipsis identifica a la serpiente del Paraíso con Satán (Ap 9, 20; 12, 9; 20, 3), por eso, aquí se le representa camuflado como un joven bello y atractivo para seducir y engañar a Eva, a la que mira: “¿Dijo, pues, Yahvéh Dios a la mujer: ¿por qué  lo has hecho?. Y contestó la mujer: “La serpiente me sedujo, y comí” del “fruto” del árbol prohibido” (Gn 3, 13). Tanto en el judaísmo tardío, como en los comienzos del cristianismo (del que se inspira), la serpiente es considerada como una envoltura del diablo o como el diablo mismo.


2.- EL JARDÍN DEL EDÉN O PARAÍSO

En la descripción del jardín del Edén hay un vocabulario mítico. El árbol de la vida es común a las mitologías antiguas orientales. La idea contenida en el árbol de la vida es que, la propia vida, es propiedad y secreto de Dios. El autor inspirado afirma que la inmortalidad fue puesta por Dios al alcance de Adán y Eva (que representan a la humanidad entera) y después arrebatada e estos como castigo por su pecado.

Hay también otro árbol en el jardín, que es el árbol de la ciencia del bien y del mal. ¿Qué significa el árbol de la ciencia del bien y del mal? Dictar lo que es bueno y lo que es malo. Y este es el pecado sustancial de las personas. Tenemos una tentación constante y universal de ser nosotros quienes decidimos lo que es bueno y lo que es malo, y no se lo dejamos decidir a Dios. Pero podemos darnos cuenta de las dificultades que surgen de aquí. Unos consideran buenas o malas unas cosas, y otros, otras distintas. Si no tenemos un criterio externo no hay quien se entienda. El pecado bíblico por excelencia consiste en esto[1]: querer ser como Dios y dictar lo que es bueno y lo que es malo. Esta es la raíz del pecado y de los problemas de las personas.

¿En qué consistió el pecado? Muchos responden: en que comieron del fruto prohibido. El texto bíblico no habla para nada de la manzana, no sale nombrado ni siquiera el manzano; de ser algo, tendría que ser un higo, porque Dios les hizo unos vestidos con hojas de higuera.

 

3.- EL SIMBOLISMO DE LA SERPIENTE

Según la mentalidad y creencia popular, para las gentes del Antiguo Oriente, la serpiente tiene una naturaleza ambivalente. Por una parte es considerada como un animal siniestro, temible, hostil, lleno de astucia y maldad. Por otra parte, por su proximidad a la tierra y a las aguas profundas, tiene relación con los dioses de las profundidades y sus fuerzas vivificadoras y renovadoras, un símbolo de los dioses que curan, y de la tierra misma que engendra la vida y la acoge de nuevo en su seno.

Desde esta perspectiva pagana, el Pueblo de Israel la convirtió en un símbolo teológico que reencarna la inteligencia, la astucia y que induce a las personas a la desobediencia de Dios. Esta misma terminología también está muy presente en el Nuevo Testamento y en las primeras comunidades cristianas. En ambos casos se invita a permanecer en Dios para no dejase engañar por sus mentiras, como así sucedió con Adán y Eva. Veamos algunos textos bíblicos que lo confirma:

3.1.- Referencias del Antiguo Testamento

1.- A través de su figura, en este relato de Adán y Eva, se nos muestra el misterio de la irrupción del mal en el mundo bueno creado por Dios.

2.- En (Num 21, 8 ss.) está contenida una de las muchas narraciones que refieren a las murmuraciones del Pueblo hebreo contra Dios y contra Moisés, que es castigado con una plaga de serpientes. Pero Dios se apiada nuevamente de su Pueblo: el que mira a la serpiente de bronce, queda curado. Dios viene en su auxilio, pero su ayuda se verifica a través del signo que él ha dispuesto.

3.2.- Referencias del Nuevo Testamento

1.- En el evangelio de Mateo vemos como Jesús denuncia a los fariseos y saduceos y les llama serpientes para dejar claro su maldad y obstinación (Mt 23, 33).

2.- Otro pasaje, también alude a que ningún padre da a su hijo una serpiente en lugar del pez que le ha pedido, es decir, que en vez del alimento no le da algo malo o peligroso: “Cuanto más Dios dará cosas buenas a quien se las pide” (Mt 7, 10 ss.). Si Satán ha sido arrojado de los cielos, los discípulos reciben el poder de andar sobre serpientes y escorpiones, que son instrumentos del mal (Lc 10, 19).

3.- En el libro del Apocalipsis se relata que, los corceles del ejercito demoniaco, tienen colas semejantes a serpientes con las que producen mucho mal (Ap 9. 19). Esta afirmación ha dado pie a representar una gran variedad del bestiario del románico, con la finalidad de que las personas relacionen y visualicen el mal y el pecado.

4.- También Pablo de Tarso hace alusión al relato de Adán y Eva: la comunidad de Corinto es exhortada a no prestar oído a las sugestiones de Satán y a no dejarse apartar de la obediencia sincera y de la confianza debida a Jesucristo (1 Cor 11, 3).

5.- Por último, Juan, el discípulo amado de Jesús, alude en su evangelio al texto comentado con anterioridad de (Num 21, 8 ss.). Al igual que el que miró la serpiente de bronce quedó curado, la fe en el Hijo del Hombre, que ha sido levantado en la cruz y elevado al trono de Dios, nos trae la salvación.


4.- LA CONDICIÓN SOCIAL DE LA MUJER

A través del relato de Adán y Eva (Gn 3), la tradición bíblica ha considerado a la mujer como la causante del mal y el pecado en el mundo y, por consiguiente, inferior al hombre por introducirlo con engaños.

Esta impureza hizo que, en lo sucesivo, estuviera sometida a la decisión del marido, el cual le tributará afecto y decidirá los destinos de la familia y de la prole. Es evidente que los textos bíblicos ponen de manifiesto la infravalorada condición social de la mujer con respecto al hombre, visión que se proyectó en el futuro tanto en el judaísmo, como en el cristianismo y el Islán.

Esta visión se contrapone con la primigenia idea de Dios de crearlos en régimen de igualdad. Del relato del Génesis (Gn 3, 1ss.) no se puede deducir que hubiera ninguna relación jerárquica entre Adán y Eva con anterioridad a la Caída. La relación de subordinación empezó como consecuencia de la misma, pero no formaba parte de los planes originarios de Dios en la creación. En realidad, en el versículo 16, se está haciendo una descripción de lo que va a ocurrir como consecuencia del pecado: “a la mujer dijo: multiplicaré en gran manera tus dolores en tus embarazos; con dolor darás a luz los hijos; y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti”. La muerte será también una consecuencia de la Caída.

Eva fue creada como “ayuda idónea” para Adán y, por consiguiente, subordinada a él como siempre se ha creído y sostenido desde el punto de vista bíblico. La teoría de que el hombre tiene que ejercer el liderazgo porque fue creado primero, no se puede deducir ni implícita, ni explícitamente de los relatos de los capítulos 1 y 2 del Génesis. La primacía temporal por sí misma no confiere un rango superior al hombre. En ese caso, los animales deberían señorearse de los humanos, ya que fueron creados primero.

La creación de Eva no tuvo como objetivo principal resolver la soledad de Adán. En realidad, respondía a una necesidad ontológica derivada de la misma naturaleza de Dios: lo femenino era también un aspecto de la “imagen de Dios”, por eso cuando en (Gn 1, 26) se narra la decisión divina de crear al género humano, la mujer ya formaba parte de ese plan. Hombre y mujer disfrutaron de una relación de completa igualdad de género a los ojos de Dios.



[1] PASCUAL CALVO, E.; “La Biblia”, Madrid, 1967, p. 31.

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